JORGE CASTILLO CASALDERREY (Pontevedra, 1933).
“Kärnan (Helsingborg)”, 2013.
Acrílico sobre lienzo.
Adjunta certificado expedido por el artista.
Obra reproducida en; VV.AA., “Jorge Castillo en Suecia”. Fundación Jorge Castillo, 2015, p.22.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 130 x 89 cm.
Esta obra forma parte de una serie de 105 pinturas realizadas por Jorge Castillo durante 2013. La serie se encuentra inspirada por el paisaje de la pequeña ciudad sueca de Helsingborg, lugar donde el artista fue invitado por la Galería MDA, quien celebró una exposición sobre el pintor a finales de 2012. Esta serie posee una gran relevancia en la trayectoria del artista ya que centra toda su atención en el paisaje como motivo de creación, bien es cierto que anteriormente había retratado el paisaje urbano de Nueva York, ciudad que inspiró gran parte de su obra, pero nunca desde una perspectiva donde lo natural invade la escena convirtiéndose en único protagonista. En el libro Jorge Castillo en Suecia, se describe como el autor “Castillo, con más de sesenta años dedicados al arte parece haber decidido emprender el camino de la sencillez natural y podemos verlo en ese uso de sólo tres o cuatro colores a los que somete su oficio de pintar (Yola Quiros)”. Castillo nos introduce en el frio, en la quietud de un clima austero de un modo onírico que se sitúa en los límites de la realidad.
Desde niño, Jorge Castillo se apasiona por el dibujo, y con sólo diez años realiza, con lápices de colores, su primera copia de Rubens. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y los Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Se crió en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicar su tiempo a pintar y escribir. Por estos años empieza a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y relatos cortos en revistas. No obstante, a la edad de veintidós años decide dejar su ciudad y marchar a París. Sin embargo, por razones económicas se radicará en España, concretamente en Madrid, donde pasará seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros de ellos viviendo como vagabundo. No obstante, su contacto con Viola y Jorge Cela, que quedaron impresionados por sus dibujos, cambiarían el rumbo de su vida. Por estos años irá poco a poco decantándose por la técnica del grabado, que será desde entonces uno de sus principales medios de expresión. Empieza entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, quien en 1960 lo llevó a la Bienal de São Paulo. Allí sus obras sorprendieron y obtuvieron elogiosas críticas, y por estos años expondrá también en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittsburgh y Tokio. Y fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando al fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller. En la capital francesa se establecerá durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitará asiduamente el Museo del Louvre y continuará celebrando exposiciones, cada vez más exitosas. En 1967 Castillo abandona París y se traslada a Ginebra, dado que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, por entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. No obstante, no le gustó la ciudad, por lo que marchó a Boissano, en Italia. En este país se empapará de arte italiano clásico, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 es invitado por el gobierno alemán para trabajar en Berlín, ciudad en la que residirá hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran exposición dedicada, en un museo, a un periodo concreto de su carrera, y después en numerosas galerías berlinesas.