JUAN RIBALTA (Madrid, c. 1596-Valencia, 1628).
“San Pedro”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restauraciones en la superficie pictórica.
Obra reproducida en: Palencia J. Mª. Espíritu barroco. Colección Granados. Burgos 2008 p. 105.
Posee marco del siglo XIX.
Medidas: 178 x 87,5 cm; 190 x 100 cm (marco).
En este lienzo vemos a san Pedro retratado de pie con su mirada dirigida hacia al espectador. La figura está trabajada con un enorme naturalismo, destacando las arrugas del rostro y la expresividad de las manos. La iluminación tenebrista empleada logra dotar de una mayor presencia física, una mayor tridimensionalidad y también intensidad y efectismo a la figura. Estos rasgos, así como la gama cromática utilizada, son rasgos propios del barroco naturalista. La dramática figura se recorta contra un fondo oscuro de densa oscuridad, como surgiendo de las sombras, directamente iluminado por una luz de foco, teatral y dirigido, que incide directamente en el rostro y las manos del santo, dejando el resto de la figura envuelto en una matizada penumbra. Respecto al tema representado, San Pedro (Betsaida, c. 1 a.C. – Roma, 67) fue, de acuerdo con el Nuevo Testamento, un pescador, conocido por ser uno de los doce apóstoles de Jesús. La Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer Papa, basándose entre otros argumentos en las palabras que le dirigió Jesús: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". San Pedro podría decirse que fue el confesor de Jesús, su discípulo más allegado, estando ambos unidos por un vínculo muy especial, tal y como se narra en los Evangelios tanto canónicos como apócrifos.
Juan Ribalta (Madrid, c. 1596-Valencia, 1628), fue un pintor del barroco que desarrolló su carrera en la ciudad de Valencia. Inició su formación artística de la mano de su padre, el reconocido artista Francisco Ribalta, seguidor de la pintura Caravaggista. Vinculado siempre al taller de su padre Juan Ribalta, firmó su primera obra a los dieciocho años de la mano del obrador de su padre. Tres años más tarde, en 1618 se casó, consiguiendo así una posición económica ventajosa, y comenzó a vincularse con el mundo de la literatura. Su obra pictórica se caracteriza por un estilo de estética tenebrista muy cercano a la calidad pictórica de su padre. Sin embargo, Juan Ribalta, en un primer momento partía de los preceptos propios del manierismo, a los cuales aplicaba ciertos toques de carácter naturalista. Posteriormente su pintura empezó a mostrar cierto interés por lo anecdótico y lo cotidiano, características que estaban ampliamente presentes en el taller de Bassano, artista del cual recibió una gran influencia. Respecto a su última etapa, su pintura viró hacia un lenguaje mucho más sobrio de corte naturalista, cercano nuevamente a su padre. Sin embargo, a pesar de la fama del padre, el talento de Juan Ribalta, fue altamente apreciado, de hecho, Palomino fue un gran defensor de su obra, dedicándole estas palabras: “en que la manera del padre fue más definida, y la del hijo algo más suelta y golpeada”. Sin embargo cabe destacar que su prematura muerte, nos dejó la obra de un gran pintor, que todavía estaba conformando su propio lenguaje pictórico.