DESCRIPCIÓN
Escuela sevillana; finales del siglo XVII.
“Niño Jesús con San Juanito”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Obra reproducida en: Gutiérrez Pastor, I. Colección Forum Filatélico. Pintura antigua española y flamenca de los siglos XVI y XVII. Fundación cultural Forum Filatélico 2002 p. 16.
Presenta restauraciones y posee faltas en el marco.
Medidas: 56 x 83 cm; 78 x 105 cm (marco).
Esta obra perteneció a la colección del Forum Filatélico, donde lo catalogaron como de Jose Antolinez. En esta escena apaisada de temática religiosa el autor despliega toda una representación de la inocencia y la candidez infantil. Como protagonista, el Niño Jesús es adorado por San Juanito, que se arrodilla ante él, besándole los pies. Junto a ellos un cordero dirige su mirada hacia un cielo donde varios querubines también de aspecto infantil, transportar la cruz del martirio. Un símbolo que nos muestra el destino del joven Jesús, como redentor de la humanidad. En cuanto a la ternura de la imagen, el artista no solo recurre al tema, sino que también utiliza una serie de tonalidades pastel, como los azueles del celaje, el paño de pureza de Jesús violáceo en alusión a la pasión y las pieles nacaradas de los protagonistas. Aunque bien cabe citar el contraste que ejercen las vestimentas de San Juanito.
Desde los inicios del siglo XVI se advierte en la pintura sevillana la introducción de nuevos conceptos pictóricos, impulsados por la ideología de la corriente renacentista, que proceden de Italia y Flandes y que penetran a través de la actividad del puerto del Guadalquivir. Propicio para esta renovación artística fue el intenso desarrollo económico que disfrutó la ciudad, merced a sus fecundos contactos mercantiles con América y Europa. La creación de riqueza benefició a todos los estamentos de la
ciudad y revirtió en la posibilidad de financiar numerosas empresas constructivas, escultóricas y pictóricas. Atraídos por la posibilidad de encontrar buenos contratos y bien remunerados, llegan a Sevilla numerosos pintores foráneos. Aquí se instalaron artistas alemanes, franceses, flamencos e italianos, fundiéndose sus tendencias en una personalísima escuela local en la que pronto comenzaron también a destacar artistas nacidos en la propia ciudad. Esto supuso una tradición pictórica que favoreció la llegada del barroco a Sevilla, con el triunfo del naturalismo frente al idealismo manierista, una factura suelta y otras muchas libertades estéticas. En este momento la escuela alcanza su mayor esplendor, tanto por la calidad de las obras como por el rango primordial de la pintura barroca hispalense. Así, durante la transición al barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, en cuyas obras se manifiesta ya la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y Juan de Roelas, introductor del colorismo veneciano. A mediados de la centuria se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formarán muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como es el caso de Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.