Bartholomaus Bruyn el Joven

BARTHOLOMAUS BRUYN EL JOVEN (ca. 1530 - ca.1607 y 1610).
"Crucifixión con San Antonio y Santa Margarita". ca. antes de 1580.
Tríptico. Óleo sobre tabla. Marco de época.
Procedencia: Antigua colección Bresset.
Medidas: 76 x 51 cm. (tabla central); 82 x 24 cm. (laterales); 91 x 131 cm. (total abierto).

El pintor alemán Bartholomaeus Bruyn El Joven destacó sobremanera en el género del retrato y en pinturas devocionales de gran calidad, como la que mostramos. Este tríptico respeta un modelo compositivo que el propio artista alemán, siguiendo asimismo piezas de retablo de su progenitor, Bartholomaeus Bruyn el Viejo, llevó a cabo en varias ocasiones: la tabla central con el tema de la crucifixión, con Cristo flanqueado por Juan y la Virgen, Magdalena a los pies de la cruz y el donante también arrodillado en primer término. Las tablas laterales del tríptico muestran la típica inclusión de santos que operan de protectores o intercesores del donante y del fiel que contemplara la obra en el recinto eclesiástico. Los santos acompañan el acto de sacrificio redención (la crucifixión central) con su ejemplo de vida y santidad. El estilo de Barthel El Joven se caracteriza por un detallismo minucioso, típico del Renacimiento septentrional, y una composición solemne y estructurada. El donante, vestido de riguroso negro, une sus blancas manos en oración y su rostro expresa una honda compasión. Su atuendo oscuro contrasta con la luminosidad de las túnicas de las otras tres figuras, que adquieren la calidad tersa de la seda y se drapean con finos pliegues. Sus semblantes compungidos se ensimisman de dolor. Cristo, en la cruz, divide la composición trazando un eje vertical. Su anatomía exánime se nos muestra ya redimida, ajena al sufrimiento, perfecta en sus proporciones. Como es propio del Renacimiento, la belleza serena predomina sobre el pathos. Magdalena viste suntuosas galas y su cofre de ungüento refulge a su lado, junto a una calavera. Una filacteria y una leyenda inscrita en cartela completan la información iconográfica. Santa Margarita de Antioquía preside la tabla de la derecha. La reconocemos por el dragón, símbolo del milagro que la liberó de la cárcel. En uno de los episodios más conocidos de su martirio, fue tragada por un dragón, pero emergió indemne al hacer la señal de la cruz. Aquí, sujeta al animal mitológico con una cadena, lo que simboliza la victoria del cristianismo sobre el mal. En los retratos femeninos que componen su séquito de devotas identificamos el estilo retratístico del que el artista hizo gala en numerosos encargos de patricios de Colonia, heredando también en ello la precisión técnica de su padre. Margarita, como protectora de las mujeres en el parto y las situaciones difíciles, su inclusión en la obra podía tener también una función protectora para la familia del donante. En cuanto a la tabla izquierda, presidida por San Antonio Abad, sigue el mismo modelo compositivo que la derecha, con San Antonio Abad destacando con una presencia imponente sobre un grupo de fieles. Ha sido caracterizado como un anciano sabio y atuendo humilde de ermitaño, portando el bastón Tau. Su presencia en una obra de este tipo invitaría a la contemplación del sacrificio personal y la renuncia a las tentaciones, temas espirituales profundos conectados con la Crucifixión. Los retratos masculinos ostentan, como su contraparte femenina, un altísimo nivel. Al fondo de las tres tablas se divina una ciudad nórdica, con casas encaladas, iglesias y torreones recortándose frente suaves valles.

Bartholomaus Bruyn, habitualmente llamado Barthel Bruyn el Joven para distinguirlo de su padre del mismo nombre, fue un pintor alemán activo en Colonia. Destacó sobre todo por sus retratos. Nació en Colonia, donde se formó en el taller de su padre. Hacia 1547, trabajó con su padre y su hermano mayor Arnt en una serie de 57 escenas del Nuevo Testamento para los claustros del Karmelitenkloster de Colonia. Su único cuadro firmado, un díptico de Cristo con la cruz y Vanitas (1560, en el Rheinisches Landesmuseum de Bonn), ha servido de piedra de toque para los estudiosos que han identificado la obra de Bruyn el Joven por su estilo. Sus retratos son similares a los de su padre, pero algo más sencillos. Los retratados suelen estar representados de medio cuerpo sobre un fondo plano; el rostro es el centro de atención, pero los detalles del atuendo se describen con nitidez y se da protagonismo a las manos. Bruyn solía trabajar con una paleta limitada de colores armoniosos: negros, blancos, grises y marrones, animados por límpidos tonos carne. Sus cuadros destacan por sus «eficaces contrastes de zonas claras y oscuras y la exquisita representación de las texturas de la superficie». Tras la muerte de su padre en 1555, Bruyn heredó el taller y continuó atendiendo a la misma clientela. Al igual que su padre, participó activamente en los asuntos cívicos de Colonia. Fue elegido concejal de Colonia en 1567, 1580 y 1607. Murió en Colonia entre 1607 y 1610.