Escuela española o italiana; c. 1600.

Escuela española o italiana; c. 1600.
“Santa Lucia”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta repintes y restauraciones sobre la superficie pictórica.
Medidas: 78,5 x 62,5 cm; 89 x 73 cm (marco).
Dotada de belleza volumétrica, Santa lucía ha sido representada de frente al espectador, con su rostro dirigido al cielo. La Santa viste una amplia túnica roja y manto azul, sostiene en su mano izquierda un plato con sus ojos que le fueron arrancados, según cuenta la leyenda, aunque conservó milagrosamente la visión. El manto cae de sus hombros y se agita sutilmente por amplios drapeados. Lleva el cabello sin cubrir, de modo que sus mechones dorados resplandecen bajo una luz cálida, procedente de la luz que entra por la ventana abierta. La figura de la santa centra completamente el tema del cuadro, ocupando la totalidad de su superficie. Probablemente de escuela italiana, esta pintura presenta un rico trabajo de veladuras capaces de extraer las más sensuales calidades y texturas de telas y carnaciones de sutil arrebol carmesí. El atributo iconográfico de los ojos sobre el plato permite identificar al personaje representado como Santa Lucía de Siracusa, quien ha sido un personaje muy representado en la tradición pictórica eclesiástica. Su iconografía fue enriqueciéndose desde época medieval, mostrándose distintos episodios de su vida, en especial el martirio y su entierro. En este caso, aunque la pintura pertenece a época barroca, prevalece la composición que primaba en el Renacimiento: la mujer en tres cuartos y de medio cuerpo mostrando la bandeja que, en este caso muestra un collar en lugar de los ojos arrancados. De hecho, aunque el tema de los ojos ha sido ampliamente representado parte de una creencia popular que no figura en las fuentes canónicas tradicionales. Estas fuentes de la vida de los santos se basan en el caso de Santa Lucía en las Actas Martyrum, que recogen el proceso en el que fue condenada, en los martirologios, con la descripción de su muerte, y en la Leyenda Dorada, libro escrito por Jacobo de Vorágine en 1298.
Santa Lucia era hija de padres nobles, quienes la educaron en la fe cristiana. Hizo voto de castidad y consagró su vida a Dios, pero su madre la prometió en matrimonio a un joven pagano. Finalmente, el compromiso se rompió, tras quedar la madre curada de su enfermedad por milagro divino, pero ante esto el pretendiente la acusó ante el procónsul Pascacio, denunciándola como cristiana. Santa Lucía fue entonces arrestada y, al negarse a ofrecer sacrificios a los dioses paganos, Pascacio ordenó que fuera llevada a un lupanar para ser violada. Sin embargo, los soldados no pudieron llevársela, dado que la muchacha permaneció milagrosamente rígida como una piedra. Fue entonces condenada por brujería y llevada a la hoguera, aunque el fuego no le hizo daño. Le sacaron entonces los ojos, símbolo de su martirio, pero ella conservó pese a ello la visión. Finalmente, Pascacio ordenó su decapitación. Patrona de los ciegos y protectora de los pobres y los niños enfermos, Santa Lucía es principalmente venerada en Siracusa, Venecia y Pedro del Monte, aunque también se le dedican importantes fiestas en Escandinavia.