FRANCISCO PÉREZ SIERRA (Nápoles, c. 1627- 1709).
“Bodegón con flores”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta repintes y restauraciones sobre la superficie pictórica.
Posee marco adaptado con grietas y desperfectos.
Medidas: 80,5 x 60 cm; 91,5 x 70 cm (marco).
Florero plenamente barroco, siguiendo una composición abierta, con el ramo circular y exuberante que fue común en la obra de los bodegonistas españoles desde mediados del siglo XVII. El interés por la realidad de la pintura barroca, en origen vinculado a planteamientos religiosos, motivó que adquirieran categoría artística independiente una serie de temas vinculados a la naturaleza, que hasta finales del XVI sólo habían sido representados acompañando a los asuntos tradicionales, es decir, a obras religiosas, mitológicas y a retratos. Flores, frutas, paisajes, animales, etc., se convirtieron en la época barroca en protagonistas absolutos de cuadros, siendo el bodegón el único de los nuevos temas que alcanzó en la España del XVII una cierta relevancia, más por su calidad y originalidad que por su número. En este caso concreto esa vinculación con un planteamiento más profundo de inspiración religiosa se aprecia en la presencia del pétalo caído sobre la mesa o la rosa muerta, indicativos del concepto del “Tempus Fugit”. Mientras durante la primera mitad del siglo el bodegón es ordenado y claro, de estética clasicista, las obras de la segunda mitad del siglo presentan unas características bien diferentes, fruto de la evolución estilística hacia el pleno barroco, dejado ya atrás el clasicismo dominante de principios de siglo. En obras como la que aquí presentamos se mantiene el gusto por el extremo naturalismo, que lleva al autor a describir minuciosamente no sólo los detalles de las flores, sino también a transmitir sus diferentes calidades táctiles. Esta pintura presenta, sin embargo, rasgos formales que corresponden a un momento de transición entre el naturalismo de principios de siglo. Se trata de una composición dinámica en lo que respecta a la disposición de las flores, y éstas aparecen plenas, voluminosas, en todo su esplendor. Sin embargo, el recipiente se sitúa en el centro estricto del cuadro, sobre un sencillo pretil y ante un fondo oscuro sobre el que se recortan las flores, vivamente iluminadas.
Francisco Pérez Sierra fue un pintor napolitano de origen español. Según Antonio Palomino, era hijo de un general español. Fue discípulo de Aniello Falcone y Juan de Toledo. Entre las numerosas obras que pintó destacan la Inmaculada Concepción, pintada en 1655 en el convento de las Trinitarias de Madrid, Santa Ana conduciendo a la Virgen, hoy en el Museo del Prado, y San Joaquín, hoy en el Museo de Bellas Artes de Granada. También pintó Jarrón de flores hacia 1690 (óleo sobre tabla, 62x43 cm), hoy en el Palacio Real de Madrid.