Círculo de Corrado Giaquinto

Círculo de CORRADO GIAQUINTO (Italia, 1703 – 1765/66).
“La flagelación”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 65 x 48,5 cm.
En cuanto a la iconografía, encontramos la flagelación de Cristo, rendido. A lo largo de la Historia del Arte, y sobre todo a partir de la Edad Media, la representación de la Flagelación de Cristo atado a la Columna ha sido uno de los temas más tratados por los artistas, haciendo de este uno de los momentos en los que mejor podrían expresar el sufrimiento de Cristo durante la Pasión. También sirvió como fuente de inspiración para numerosos literatos místicos que se recreaban en la crudeza del momento, contando incluso la cantidad de latigazos que recibió Cristo, a veces con cifras exageradas como los 5475 golpes de los que nos habla Santa Brígida. Además, esta iconografía era muy poderosa para fomentar la devoción popular, ya que el fiel se conmueve de un hombre que es azotado injustamente. Estilísticamente observamos esta tipología iconográfica para la exaltación del cuerpo de un hombre joven, figura que destaca sobre el resto por encontrarse despojado de sus ropajes, además, en esta representación, el cuerpo de Cristo emana una luz que nos hace poner el foco de atención en su figura. La escena transcurre en el Pretorio de Jerusalén, el centro de poder romano, a donde Cristo ha llegado por segunda y última vez, tras su paso por distintas instancias. Es exhibido ante la multitud (“Ecce Homo”), que prefirió liberar a Barrabás antes que a él y, bien antes o después de esa exhibición, es despojado de sus ropas y atado a una columna, donde será sometido a burlas relativas a su presunto delito, ser “rey de los judíos”, y torturas, entre ellas la flagelación y la coronación de espinas.
Corrado Giaquinto desarrolló su carrera entre Italia y España. Inició su formación en su Molfetta natal con el pintor Saverio Porta, y entre 1719 y 1723 continuó su aprendizaje en el prolífico estudio napolitano de Francesco Solimena, donde pudo haber tenido como maestro a Solimena o a su discípulo, Nicola Maria Rossi. En 1723 se trasladó a Roma para trabajar en el estudio de Sebastiano Conca, y allí realizará sus primeras obras de importancia, pinturas de tipo religioso en iglesias como la de la Santa Cruz de Jerusalén. En 1727 se establece como pintor independiente, y cuatro años más tarde recibirá su primer encargo de envergadura, los frescos de la iglesia de San Nicola dei Lorenesi. En estas obras Giaquinto revela ya su independencia de Solimena, y muestra una clara influencia de Luca Giordano. Aunque permaneció en Roma hasta 1753, durante estos años realizará diversos trabajos también en Turín, invitado por Filippo Juvarra. Allí realizará obras de carácter profano como “El Triunfo de la Casa de Saboya” en la Villa della Regina, aunque seguirá realizando obras religiosas para distintas iglesias. En 1740 fue nombrado miembro de la Academia de San Lucas de Roma, y en 1753 marchará a Madrid, llamado por Fernando VI, para realizar trabajos en los nuevos palacios reales de Madrid, El Escorial y Aranjuez. Será nombrado pintor de cámara y director general de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, además de director artístico de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Finalmente regresará a Italia en 1762, dejando tras de sí una importante estela dentro de la escuela española. Actualmente se conservan obras de Giaquinto en el Museo el Prado, el Kunsthistorisches de Viena, el Louvre, el Metropolitan de Nueva York, el de Bellas Artes de San Francisco, la National Gallery de Londres, el Ashmolean de Oxford y otras importantes colecciones, públicas y privadas, de todo el mundo.