Eduardo Arroyo

EDUARDO ARROYO (Madrid, 1937-2018).
Bolso-escultura “La Africana” o “La maleta del Doctor Schweltzer”, 1972.
Estructura en piel de color negro y metal. Asas en madera policromada.
Edición limitada. Ejemplar 13/30.
Firmado en el interior del bolso.
Medidas: 25 x 30,5 x 8,5 cm; 36,5 cm (altura con el plátano incluido).
Eduardo Arroyo saca a relucir en su escultura “La Africana” o “La maleta del Doctor Schweltzer” su vertiente más surrealista, poniendo en contigüidad objetos aparentemente incongruentes (un bolso y una banana) que sólo gracias a un ejercicio análogo pueden llegar a mantener alguna relación simbólica. El artista realizó esta obra con motivo de su exposición “Opere y Operette” en Milán, que contó con todo tipo de obras de su producción. Para ello fue al rastro de la cosmopolita ciudad a comprar 36 bolsos viejos, a los que añadió una banana. La dualidad del título deriva de dos conceptos aparentemente distantes, si bien cargados de gran carga simbólica e incluso relacionados entre sí; por un lado, la “Africana” ya que todos los títulos de la exposición “Opere y Operette” estaban sacados de óperas: Aída, la Africana, la Fuerza del Destino, etc. Según el propio Arroyo, “Milán es muy operístico y aquello tenía su encanto”; En cuanto al por qué de “La maleta de Schweltzer”, Arroyo afirma “El Dr. Schweitzer era un personaje que todo el mundo consideraba encantador pero al que nunca conseguí tenerle simpatía porque la caridad de los europeos en el continente negro siempre me ha resultado sospechosa. Es cierto que se han hecho cosas buenas, pero… El Dr. Schweitzer había creado en el África negra unos hospitales muy conocidos que le habían vuelto muy popular. Incluso un autor francés llegó a escribir una obra de teatro titulada Il est minuit, Docteur Schweitzer”. De la obra que presentamos, el propio pintor confiesa que es una pieza totalmente atrevida y rompedora que solo las personas más valientes se atrevieron a lucir en el Milán de los 70.
Pintor, escultor y grabador, Arroyo destaca como una importante figura dentro del movimiento neofigurativista. Tras iniciar su carrera dentro del periodismo, empieza a pintar a finales de los años cincuenta, presentándose por primera vez en el Salón de Pintura Joven de 1960. A principios de los sesenta su vocabulario plástico se mueve bajo la influencia norteamericana del pop art, y hacia 1964 se hace definitiva su ruptura con el arte informal. En 1982 se le concedió el Premio Nacional de Artes Plásticas, y se le dedicaron muestras antológicas en la Biblioteca Nacional de Madrid y el Centro Pompidou de París. Actualmente, Arroyo está representado en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, el Patio Herreriano de Valladolid, el de Bellas Artes de Bilbao, el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington D.C. y el de Arte Moderno de Lille (Francia), entre otros.