CELSO LAGAR ARROYO, (Ciudad Rodrigo, León, 1891 – Sevilla, 1966).
"Arlequín".
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado en el reverso.
Medidas: 93 x 60 cm.; 108,50 x 78 cm. (marco).
El imaginario artístico de Celso Lagar implicó una amplia iconografía. Una de sus series más conocidas fue la de las escenas circenses, temática muy de moda a comienzos del siglo XX, se convirtieron en motivo clave de la pintura de Celso Lagar. Anteriormente, grandes maestros como Edgar Degás, George Seurat o Henri de Toulouse-Lautrec, volcaron su atención en este excéntrico espectáculo, inmortalizando en sus lienzos la vida bohemia y libre, lejos de las convenciones sociales, que rodeaba al mundo del circo. Directamente influenciado por el cubismo de Pablo Picasso, el lenguaje de Lagar bebe de reminiscencias fauvistas e incluso goyescas, si bien su moderación formal, más allá de la Escuela de París, lo sitúan dentro de una modernidad progresiva, más que dentro de una estricta vanguardia. En la obra que nos ocupa, “Porto du Cirque Medrano”, Lagar vuelca melancolía y dulzura a partes iguales. Nos encontramos frente al retrato de cuerpo entero de un payaso del parisino Circo Medrano, lugar de encuentro de artistas como Picasso o Braque en el barrio de Montmartre, que mira directamente al espectador, en un interior abarrotado por el atrezzo del espectáculo. La paleta de colores empleada, sobria pero atrevida, denota la destreza pictórica de Lagar.
Celso Lagar inicia su formación dentro del campo de la escultura, con Miguel Blay en Madrid. Su maestro le aconsejó que viajara a París para completar sus estudios y, tras pasar un año en Barcelona, viaja a la capital gala por primera vez en 1911. La trayectoria de Lagar, tanto en lo personal como en lo artístico, puede dividirse en cuatro etapas bien diferenciadas, marcadas por las dos Guerras Mundiales. El primero de estos periodos es el de aprendizaje, en Madrid, Barcelona y París, en contacto con artistas como Amadeo Modigliani. Esta etapa toca a su fin cuando se ve obligado a dejar París al estallar la Gran Guerra. Se instala en Barcelona pero realiza varias exposiciones en la capital gala, que le servirán como carta de presentación a su regreso a la ciudad tras la contienda, en 1919. Para entonces Lagar es ya un artista consolidado, y se instala definitivamente en París. Realiza periódicas muestras en las mejores galerías parisinas (Berthe Weil, Percier, Zborowski, Barreiro, Brouant, Druet), su estilo alcanza su madurez personal y se dedica plenamente a la pintura, dejando ya atrás la escultura. Desarrollará una pintura centrada en temas muy concretos: bodegones, temas españoles, paisajes y escenas de circo. Superado el periodo de influencias vanguardistas (cubistas, fauvistas, etc.), Lagar alcanza un estilo propio, marcado por las influencias de Goya y Picasso. Paulatinamente su paleta se va enfriando, pero sus temas predilectos siguen siendo los mismos, y aumenta el reconocimiento por parte del público y la crítica. El inicio de la II Guerra Mundial supone el fin de la época dorada de Lagar. Emigra a los Pirineos franceses, y su regreso a la recién liberada ciudad de París no tuvo la repercusión que él esperaba, ya que el público coleccionista demandaba nuevos contenidos y modos. Tras caer enferma su mujer en 1956, Lagar entra en una profunda depresión, llegando a ser internado en un centro psiquiátrico. Deja definitivamente de pintar y en 1964 regresa a España, pasando sus últimos años en casa de su hermana en Sevilla. Lagar está representado en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el de Art Nouveau y Art Déco Casa Lis, el Patio Herreriano de Valladolid, el Petit Palais de Ginebra, los de Bellas Artes de La Rochelle, Castres y Honfleur (Francia) y en prestigiosas colecciones como la de Crane Kallman (Londres), la Zborowski (París) o la Mapfre (Madrid).