Bartolomé Esteban Murillo

BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 – 1682).
“Cristo”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Bibliografía: - Valdivieso, E., Murillo. Catálogo razonado de pinturas, El Viso, 2011, nº cat. 76.
Posee marco de segunda mitad del siglo XIX con faltas.
Medidas: 57,5 x 44 cm; 84 x 73 cm (marco).
Procedencia: Nueva York, colección particular (hasta 2006); Sotheby's Nueva York. Málaga, colección particular hasta 2020 y Sevilla, colección particular
Este cuadro fue descubierto en una colección privada de Estados Unidos en 2006, momento en el cual fue subastado por Sotheby's como una obra de Bartolomé Esteban Murillo. Posteriormente, el profesor Enrique Valdivieso lo incorporó al catálogo razonado del pintor sevillano, asignándole la entrada número 76. El experto fechó la pieza alrededor del año 1655, comparándola con la figura de Cristo de cuerpo entero que aparece en el cuadro San Juan Bautista señalando a Cristo, actualmente en el Art Institute de Chicago.
Esta pintura, que también puede ubicarse en esa misma época, originalmente formaba parte de las cuatro escenas de la vida de San Juan Bautista que Murillo realizó para los agustinos Calzados del convento de San Leandro en Sevilla. Aunque no se tienen detalles específicos sobre el encargo de esta obra, es probable que estuviera destinada a la devoción privada y que, en su concepción inicial, estuviera acompañada por una imagen de la Virgen. Las dimensiones de la pintura son 53 x 43 cm.
De la infancia y juventud de Murillo se sabe poco. Quedó huérfano de padre en 1627 y de madre en 1628, lo que hizo que su cuñado se convirtiera en su tutor. Hacia 1635 inició su formación como pintor, probablemente bajo la guía de Juan del Castillo, esposo de una prima suya. Esta relación laboral y artística se extendió aproximadamente seis años, un periodo común para el aprendizaje en esa época. En 1645, tras contraer matrimonio, comenzó una carrera brillante que lo consagraría como el pintor más reconocido y cotizado de Sevilla.
El único viaje documentado de Murillo ocurrió en 1658, cuando pasó varios meses en Madrid. Durante su estancia, pudo haber interactuado con pintores de la corte como Velázquez, Zurbarán y Cano, además de acceder a la rica colección de pinturas del Palacio Real, que era una referencia obligada para los artistas de su tiempo.
Aunque existen pocas referencias documentales sobre su vida adulta, se sabe que Murillo disfrutó de una posición económica acomodada, mantuvo aprendices y lideró la escena artística sevillana, superando incluso a Zurbarán en prestigio. En 1660, junto a Francisco Herrera el Mozo, fundó una academia de pintura con el objetivo de elevar el nivel artístico de la ciudad, un proyecto en el que desempeñó un papel principal. Su fama trascendió tanto a nivel local como nacional, y según Palomino, hacia 1670 el rey Carlos II le ofreció trasladarse a Madrid como pintor de corte, aunque no hay certeza de que esta oferta haya ocurrido realmente. Lo cierto es que Murillo permaneció en Sevilla hasta su muerte.

En la actualidad, sus obras se encuentran en los museos más importantes del mundo, como el Museo del Prado, el Hermitage de San Petersburgo, el Kunsthistorisches de Viena, el Louvre en París, el Metropolitan de Nueva York y la National Gallery de Londres.