JAN VAN DER HAMEN Y LEÓN (Madrid, 1596 – 1631).
“Bodegón”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Adjunta informe emitido por Don Ignacio Panicello.
Medidas: 34 x 49 cm; 63,5 x 77 cm (marco).
Esta pintura presenta una notable similitud compositiva con una obra autógrafa de Van der Hamen, actualmente en la colección Abelló. En ambas piezas se observa el mismo interior austero, donde un quicio de ventana sirve como base para el frutero. En este caso concreto, el bodegón no incluye las uvas presentes en la pintura de la colección Abelló, pero sí comparte la disposición de las peras, la granada abierta y las pequeñas flores situadas en la parte inferior. Además, destaca el jarrón adornado con motivos ornamentales similares. Este tipo de jarrón o frutero fue un recurso recurrente en la obra de Van der Hamen, como puede apreciarse en varias de sus pinturas, entre ellas una perteneciente a la colección artística del Banco de España.
En la catalogación del Banco de España de esta última obra, titulada Bodegón de frutas y dulces (c. 1621), se señala que "es posible que el cuadro permaneciera en el estudio del artista durante algunos años, para servir de prototipo en la creación de copias y versiones". Los motivos del bodegón aquí expuesto y su pieza compañera aparecen en otras obras de Van der Hamen, lo que refleja su práctica habitual de producir réplicas y variantes de sus composiciones en respuesta a la demanda del mercado. Sin embargo, para los contemporáneos legos del artista habría sido prácticamente imposible discernir si las pinturas eran representaciones directas del natural o si fueron parcialmente recicladas a partir de otras imágenes autógrafas, ya que no se percibía ninguna pérdida en su aparente "naturalismo".
En Bodegón de frutas y dulces y Cesta y caja con dulces, los motivos se organizan en composiciones generalmente simétricas dentro de un marco de ventana ficticio, un formato creado para los bodegones por Juan Sánchez Cotán (1560-1627). Van der Hamen aísla los motivos a tamaño natural dentro del marco de la ventana y los ilumina con una luz intensa que se proyecta sobre un fondo oscuro. Esto genera una interacción impactante entre el vacío sombrío de la parte superior del lienzo y los volúmenes destacados de los objetos en primer plano, que parecen emerger de esa penumbra.
Van der Hamen nació en Madrid, en el seno de una familia aristocrática de origen flamenco asentada desde hacía tiempo en España para servir a los Austrias en la corte. Al igual que su padre y su abuelo, fue miembro de la Guardia de Arqueros, un selecto cuerpo de hombres de noble linaje encargado de proteger al rey. Sin embargo, precisamente por este privilegio, nunca pudo ser nombrado pintor del rey, ya que no estaba permitido que una sola persona ostentara dos altos cargos.
Van der Hamen y sus seguidores protagonizaron el desarrollo del bodegón madrileño de la primera mitad del siglo XVII, caracterizado por un estilo marcado por el naturalismo tenebrista. Sin embargo, el maestro no se dedicó exclusivamente a este género, sino que también destacó como excelente retratista y pintor de figuras. Sus personajes, al igual que los elementos de sus naturalezas muertas, se distinguieron siempre por su altísimo nivel de naturalismo. Fue un pintor intelectual y, pese a su temprana muerte, dejó un extenso legado de obras y tratados sobre arte.
Su primer encargo en la corte tuvo lugar en 1615 y consistió en un bodegón que debía formar pareja con otro ya pintado por Sánchez Cotán. Desde entonces, la influencia del maestro toledano fue clave en su producción. En sus primeras obras, Van der Hamen demostró ser un artífice capaz de recoger elementos de diversas procedencias y adaptarlos al público español y a su propio estilo. Así, recibió cierta influencia italiana a través de la obra de Juan Bautista Maíno, pintor castellano formado en Italia. Asimismo, su obra refleja un sustrato flamenco que remite al origen de su familia: pintaba sobre cobre o tabla además de sobre lienzo, algo poco común en España, y conocía bien la obra de maestros flamencos como Clara Peeters y Frans Snyders.
Van der Hamen está representado en el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza, el Metropolitan de Nueva York y las Galerías Nacionales de Washington y Dublín, entre otros. Fue un maestro especialmente preocupado por la representación precisa de las texturas de los objetos, frutas y carnaciones, que resolvía con gran naturalismo. Asimismo, presentaba los alimentos siempre intactos y resaltados por los efectos lumínicos del tenebrismo, como se aprecia aquí. Dado que esta pintura pertenece a principios del siglo XVII, su composición es ordenada y clara, caracterizada por horizontales y verticales que le otorgan austeridad y serenidad.