DESCRIPCIÓN
Escuela mallorquina; segunda mitad del siglo XVII.
“Pareja de bodegones”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 91 x 125,5 cm (x2); 113 x 147,5 cm (marcos, x2).
Esta pareja de bodegones, característicos del estilo de la escuela mallorquina del siglo XVII, ofrece una representación detallada de la naturaleza muerta, enriquecida con elementos decorativos que sugieren un entorno de jardín. Ambos cuadros, aunque diferentes en composición, mantienen una simetría temática al incluir flores, frutas y elementos arquitectónicos. Uno de ellos se centra en una gran composición floral, donde flores de diversos colores y formas se disponen en un jarrón con un aire exuberante. Los tulipanes blancos y rojos, las rosas en tonos pastel, y los pequeños racimos de flores azules y amarillas se equilibran con un fondo de ramas y hojas oscuras que resaltan el colorido vibrante de las flores. En la parte inferior, unas frutas amarillas, probablemente cidras o membrillos, descansan sobre una repisa de mármol. Al fondo, una fuente clásica con agua fluyendo añade un toque de dinamismo y profundidad al cuadro, mientras que las rosas y otras plantas trepan alrededor del pedestal. En el otro bodegón una composición similar de flores se encuentra a la izquierda, donde nuevamente predominan los tulipanes, las rosas y otras flores silvestres, esta vez acompañadas por grandes girasoles que aportan una textura más rústica. Las frutas en el primer plano parecen limones, colocados con cuidado junto al ramo floral. Lo que distingue este cuadro es la presencia de un loro rojo de gran tamaño posado sobre una rama, que añade un elemento de vida y exotismo al conjunto. La arquitectura de la fuente al fondo se presenta más elaborada, con escalones y agua cayendo en cascada, mientras las plantas trepadoras enmarcan la escena.
Ambas piezas destacan por su atmósfera barroca, con colores saturados y una atención minuciosa al detalle, logrando transmitir una sensación de lujo y conexión con la naturaleza, al mismo tiempo que revelan la influencia mediterránea en su composición y selección de elementos.
La escuela mallorquina de naturalezas muertas evidencia una fuerte influencia de la valenciana, si bien contó con personalidad propia y debió gozar de una cierta importancia, dada la cantidad de obras que han llegado hasta nuestros días. Se desarrolló principalmente desde finales del siglo XVII y durante el XVIII, a partir de la aparición de la figura de Guillermo Mesquida (1625-1747), que elevará el nivel de la pintura mallorquina. Fue el pintor más famoso del barroco balear y dominador absoluto del panorama artístico entre finales del XVII y la primera mitad del XVIII. Fue un excelente pintor de naturalezas muertas, si bien no conservamos hoy en día ni una sola de ellas que podamos atribuirle con absoluta certeza. Sus biógrafos indican que fue discípulo en Roma del italiano Carlos Marata, pintor que tuvo gran influencia en el desarrollo de la naturaleza muerta, ya que colaboró con numerosos especialistas de este género. Mesquida representó en sus obras frutas, animales y flores, y fundó en Mallorca un taller en el que se harían numerosas obras, algunas de las cuales aún se conservan hoy en día. Su estilo se habría caracterizado por una gran riqueza cromática y una clara ostentosidad y abundancia en los elementos frutales y florales, rasgos que heredarían sus seguidores de la escuela mallorquina, tal y como se aprecia en este lienzo. Gracias a la influencia de Mesquida, los pintores mallorquines de naturalezas muertas recogen elementos italianos, especialmente napolitanos y romanos, siempre conjugados con la influencia de la escuela valenciana.