Escuela flamenca; s. XVI.

Escuela flamenca; siglo XVI.
“La dormición de la Virgen”.
Óleo sobre tabla de roble.
Medidas: 98 x 74 cm; 129 x 106 cm (marco).
La Virgen, aún despierta, se encuentra en el centro de la escena rodeada por los apóstoles dolientes, con san Pedro y san Juan junto a ella. La escena se plantea por el artista de un modo teatral, al utilizar a modo de trampantojo el dosel de la cama. La Dormición de la Virgen fue un tema central en la escuela de pintura flamenca del siglo XVI debido a su carga espiritual y emocional, que resonaba profundamente con la sensibilidad religiosa de la época. Los artistas flamencos, maestros en la representación detallada y simbólica, utilizaron este tema para explorar la conexión entre lo humano y lo divino, retratando la transición de María al cielo con un equilibrio único entre realismo y misticismo. Mediante el uso de colores vibrantes, texturas minuciosas y composiciones cargadas de dramatismo, lograban transmitir tanto la solemnidad del momento como la esperanza en la resurrección. Además, la Dormición permitió a estos artistas desarrollar escenas narrativas ricas en personajes y detalles, consolidando su prestigio en la creación de obras profundamente teológicas y artísticamente innovadoras.
La escuela flamenca se caracterizó por la gran influencia de los primitivos flamencos, que pervivió en durante mucho tiempo, debido en gran parte a los lazos políticos y culturales entre ambos países. La pintura flamenca era, en el siglo XV, la más avanzada de Europa, e influyó en todas las escuelas nacionales, incluyendo a la italiana. Se consideraba un arte de enorme refinamiento, con obras realizadas y tratadas como joyas. También se debía esta consideración a los riquísimos materiales empleados en su ejecución, así como los montajes de las tablas que, como aquí vemos, eran de una gran riqueza. Los rasgos de la escuela flamenca son cercanos a los de la pintura flamenca, empezando por la máxima preocupación de los pintores de Flandes, la búsqueda de la realidad por encima de todo. En relación con este anhelo, se presta una enorme atención a las calidades de los objetos, así como a los más mínimos detalles, dotados además frecuentemente de una carga simbólica. La iconografía sigue siendo principalmente religiosa, y en las escenas predominará un dibujo correcto y preciso, muy minucioso. Del mismo modo, tratan de plasmar una iluminación lo más verídica posible, ya sea artificial o natural, siempre modelando las carnaciones y produciendo claroscuros en mayor o menor grado.