Escuela española o novohispana; s. XVIII.

Escuela española o novohispana; siglo XVIII.
“San Juan Nepomuceno”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 92 x 67 cm; 101 x 77 cm (marco).
En esta pintura del siglo XVIII, San Juan Nepomuceno aparece representado con la solemnidad propia de un mártir y la dignidad de un santo. Se encuentra en un espacio sereno pero imponente, iluminado por una luz suave que resalta los pliegues de su vestimenta y la expresión de su rostro. La capa que lo envuelve, rica y pesada, con un forro rojo y exterior de piel, cae en suaves ondulaciones, símbolo de su rango eclesiástico y de la nobleza de su espíritu. El gesto de su mano derecha, delicadamente posada sobre el pecho, habla de su compromiso inquebrantable con la fe. Con la izquierda descansa suavemente junto a un libro abierto, quizá las Sagradas Escrituras, símbolo del conocimiento divino y la palabra que tanto defendió. El halo que corona su cabeza no es un simple resplandor, sino una constelación de cinco estrellas brillantes, un detalle que nos remite a la leyenda: cuando su cuerpo fue arrojado al río Moldava, cinco luces aparecieron sobre las aguas.
Al fondo, apenas visible en la penumbra, una escena trágica contrasta con la calma del santo. Se puede ver la representación de su muerte: figuras agitadas y violentas arrojan a un hombre al río desde un puente, símbolo de la brutalidad humana y la incomprensión ante su fidelidad al secreto de confesión. En la esquina inferior derecha, el nombre del santo, “S. IOANNES NEPOMUCENVS”.
Santo de origen checo, adquiere gran devoción y arraigo a partir del siglo XVII. Llegará a las colonias españolas de ultramar de la mano de los jesuitas durante el siglo XVIII. Se le representa como el sacerdote ejemplar, en ocasiones como canónigo mexicano: sotana, capa de armiño y bonete al ser patrono de los confesores. En las manos, sostiene la palma (atributo común a todos los mártires) y la cruz; las cinco estrellas guardan relación con los relatos de su martirio, bajo una noche estrellada. La capa de armiño señala a su vez la elección del martirio antes que la impureza; los cuatro colores (blanco, rojo, verde y azul) simbolizan las cuatro facultades que le otorgaron el distintivo de doctor de la Iglesia: filosofía, derecho eclesiástico, derecho universal/civil y teología.
Otros de sus atributos son el nenúfar, pues murió ahogado; el ancla, en tanto que patrón de los ahogados; cadena o candado en los labios por haber rehusado traicionar el secreto de confesión. El más habitual de ellos es la lengua incorrupta, cortada o arrancada. A veces suele poner los dedos (el índice) sobre los labios, como testimonio del silencio. Los capítulos de canónigos tienen a San Juan Nepomuceno por patrono y celebran su fiesta, pues también es patrono de la Archidiócesis de México.