FEDERICO DE MADRAZO Y KUNTZ (Roma, 1815 – Madrid, 1894); LUIS DE MADRAZO Y KUNTZ (Madrid, 1825 – 1897).
“Jesús en casa de Simón el Fariseo”, 1842.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Copia de la obra "Cristo en la Casa de Simón el fariseo" en 1737 de Pierre Subleyras ( Francia 1699 - 1749) ubicado en el museo del Louvre.
Medidas: 56 x 120 cm., 87 x 151 cm.
En este óleo se representa el momento en el cual María de Betania se inclina para lavarle los pies a Jesús, en casa de Simón el Fariseo, de acuerdo con el episodio descrito en el Evangelio de Lucas. Los hermanos Madrazo han tomado el asunto como excusa para desarrollar una escena colmada de lujo en su arquitectura de inspiración clásica, en la descripción de las viandas, el ajetreo de los sirvientes, y la variedad de tipos y atuendos. Conocida por ser una mujer de mala vida, María lava los pies del Mesías con sus propias lágrimas, para luego secarlos con sus cabellos. El fariseo que había invitado a Jesús pensó entonces que éste era un falso profeta, dado que no se había dado cuenta de la clase de persona que le estaba tocando. Jesús entonces le explicó, con una parábola, cómo aquel a quien más le perdonas, más te ama. Tras esto, le dijo a la mujer que sus pecados le eran perdonados. Logran reflejar a la perfección la escena, con Simón indignado ante los hechos, Magdalena con su larga cabellera rubia secando los pies del Señor y éste mostrándose amoroso con ella. El resto de hombres sentados en torno a la mesa, en gestos y semblantes se muestran contrariados.
Federico de Madrazo, hijo del pintor neoclásico José de Madrazo, estudio en la escuela de Alberto Lista, en Madrid, y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pintor precoz, ingresó como académico de mérito en San Fernando a los dieciséis años. En 1832 marchó pensionado a París a estudiar pintura con Ingres, amigo de su padre. Allí adquirió un estilo romántico a la manera francesa. En 1840 continúa su formación en Roma, donde entra en contacto con los nazarenos y, en especial, con Overbeck, lo que refuerza su destreza en el dibujo, ya importante en su estilo gracias a lo aprendido de su padre y de Ingres. Dos años después regresa a España, convertido en un pintor de gran prestigio, muy solicitado como retratista por la aristocracia madrileña. Pintor de cámara de la reina Isabel II, fue el gran retratista oficial de la época. Sus retratos se caracterizaron por la sencillez y naturalidad de sus modelos, y por una serenidad distante, íntimamente ligada al sentimiento romántico. Fue asimismo director del Museo del Prado, cargo que ejerció, aunque de forma interrumpida, durante treinta años hasta su muerte. También dirigió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desarrolló una brillante carrera como pintor de historia y, especialmente, como retratista, alcanzando un gran prestigio en los ambientes artísticos no sólo de Madrid, sino también de París y Roma. Su producción evoluciona desde una pintura donde predomina el purismo de la línea y el cuidado detallismo hacia una técnica más fluida y espontánea, de mayor profundidad expresiva. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional del Palacio de Versalles, el de Bellas Artes de Bilbao, la Fundación Lázaro Galdiano y el Museo Romántico de Madrid, entre otros.
Luis de Madrazo, hijo de José de Madrazo y hermano de Federico y Pedro, gozó de gran prestigio en vida, siendo primero profesor (catedrático de Dibujo del Antiguo y Ropajes) y después director de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, y reconocido con honores como el nombramiento de comendador de la Orden de Isabel la Católica, así como académico de número de la Real de Bellas Artes de San Fernando. Cultivó los temas religiosos y los de historia, aunque fue especialmente alabado como retratista. Inició su formación junto a su padre, y posteriormente la amplió en la Escuela de San Fernando, en Madrid. Ya en 1845 lo encontramos trabajando, colaborando como ilustrador en “El Semanario Pintoresco”. Más tarde trabajará también como dibujante para el “Semanario Pintoresco Español”. En 1848 marcha a Roma para ampliar sus estudios artísticos en la Academia Nacional de San Lucas y la Academia Francesa de la Villa Médicis. En Roma entrará en contacto con Friedrich Overbeck, a través de Antonio Solá. Del pintor romántico alemán recibió una poderosa influencia nazarena, que se podrá apreciar desde entonces en su obra. Más tarde realizará un viaje que le llevará a París, Venecia, Munich y Berlín, para finalmente regresar a Italia en la década de 1890, instalándose en Pompeya junto a los también pintores Bernardino Montañés y Francisco Sáinz. Regresará finalmente a España para iniciar su carrera docente en San Fernando, y se introducirá en los ambientes artísticos de Madrid de la mano de su padre y de su hermano Federico. Con este último colaborará en el Museo del Prado. Como pintor, Luis de Madrazo se dedicó casi exclusivamente al retrato, trabajando para organismos oficiales y también para la nobleza. Dio a conocer su obra, caracterizada por la pureza de líneas y la nitidez cromática y lumínica propias de la estética nazarena más estricta, a través de diversos certámenes y muestras oficiales celebrados tanto en España como en el extranjero. Así, en 1855 obtuvo un importante éxito en la Exposición Universal de París, y al año siguiente se alzaría con primera medalla en la Nacional de Bellas Artes de Madrid, por su obra “Pelayo en Covadonga”. También fue premiado con medalla de plata en la Exposición Franco-Española de 1864. Actualmente Luis de Madrazo está representado en el Museo del Prado, la Real Academia de la Historia en Madrid, el Museo Lázaro Galdiano de la misma ciudad y otras destacadas colecciones tanto públicas como privadas.