José de Ribera

JOSÉ DE RIBERA (Xátiva, Valencia, 1591 – Nápoles, 1652).
“El martirio de San Sebastián”.
Óleo sobre lienzo. Reentlado.
Obra expuesta en el Museo de Bellas Artes de Murcia.
Obra reproducida en: Spinosa, N. Ribera. La obra completa. Fundación de arte hispánico. Madrid 2008 cat. C12; Pascual Chenel, A y en el catálogo "Maestros del Barroco español, colección Granados, Obra Inédita. Museo de Bellas Artes de Murcia. 2020-2021. p. 64.
Presenta restauraciones y daños provocados por xilófagos.
Posee marco del siglo XIX.
Medidas: 172 x 135 cm; 204 x 166 cm (marco).
Pintor prolijo, una de las constantes en su producción es la abundancia de temas de santos, mártires y eremitas, entre los que San Sebastián ocupa un destacado lugar. Este asunto lo repitió en numerosas ocasiones en versiones y composiciones diferentes e incluso en réplicas autógrafas de la misma composición, como es el caso que nos ocupa y práctica habitual en el pintor valenciano. De este modo, en la producción artística de Ribera (tanto en pintura como en dibujo) figura un elevado número de representaciones del mártir romano bien en su iconografía tradicional en el momento del asaeteamiento; o bien, como es el caso, en la menos frecuente que figura el momento inmediatamente posterior al tormento. El estilo de Ribera se encuadra dentro de un intensa y poderosa energía naturalista de corte caravaggiesco, que irá evolucionando a lo largo de su carrera (la bibliografía sobre Ribera es ingente y no es el caso de relacionarla aquí; mencionamos tan solo a modo de ejemplo el catálogo la importante exposición a cargo de Pérez Sánchez y Spinosa, 1992; Spinosa, 2008; Milícua y Portús, 2011; Finaldi, 2016; en estas dos últimas publicaciones se recoge la bibliografía previa y las últimas investigaciones sobre el pintor). Estos valores estéticos y plásticos pueden apreciarse en el lienzo de la Colección Granados, de cuidada composición y estudiado escorzo, con un estudio magistral del desnudo de corte clasicista, pero que sirve al artista como medio inmejorable para transmitir sentimiento y emoción piadosa. De ahí la cuidada iluminación dirigida hacia el asunto principal, y el tono cerúleo que confiere al cuerpo contorsionado del santo, aún atado al árbol, para indicar de este modo la lividez del cuerpo, subrayada además por el marcadísimo escorzo de la pesadez cadavérica. Mientras, tanto Santa Irene como su criada aparecen sumergidas en la sombra, de la que emergen los rostros, creando unos sutiles juegos lumínicos. Con todo ello consigue crear un efecto de dramatismo contenido. Como resulta lógico esta obvia hay que ponerla en directa conexión con otras réplicas autógrafas de idéntica composición de las que, además, se conocen numerosas copias, así como otras versiones del mismo tema e incluso dibujos preparatorios. Entre las primeras resulta obvia la mención al cuadro del Museo de Bellas Artes de Valencia, de calidad análoga al de la Colección Granados. De esta se conocen bastantes copias dispersas, como la de una colección privada de Parma, la de la iglesia de los Santos Severino y Sosio de Nápoles, y otras varias en diversos museos y colecciones privadas. Misma iconografía, aunque composición y tratamiento ligeramente diferentes, presentan por ejemplo los lienzos del Museo del Hermitage de San Petersburgo y el espectacular del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Los San Sebastianes en su iconografía más habitual son, como decimos, muy abundantes en la producción pictórica de Ribera. Señalaremos a modo de ejemplo el magistral para la Colegiata de Osuna, correspondiente a su primera etapa, y el del Museo del Prado, muy posterior, en el que se advierte la evolución estilística del artista a partir de la década de los años 30. En cuanto a los dibujos preparatorios, son varios los de este asunto entre su producción gráfica, pero debemos mencionar fundamental en San Sebastián sentado y atado a un árbol, del William Lowe Bryan Memorial, Eskenazi Museum of Art, Indiana University, (fig.1), en el que la forzada postura del santo resulta muy similar.

Sebastián era de origen galo, nacido en Narbona y, según la tradición, criado en Milán. Aparece enrolado como soldado en el ejército romano hacia 283. Llegó a ser hombre de confianza de los emperadores Diocleciano y Maximiano que, desconociendo su fe cristiana, le pusieron al frente de la primera cohorte de Roma, la guardia pretoriana, cuya principal misión era escoltar a los emperadores. Desde su privilegiada posición se dedicaba a exhortar a los cristianos detenidos y perseguidos para fortalecer su fe y evitar que abnegaran de ella. Tal es el caso de los gemelos Marco y Marceliano que fueron condenados a muerte por profesar la religión cristiana. Cuanto estaban a punto de ser degollados, dispuestos a asumir dignamente el martirio, aparecieron sus padres y esposas rogándoles que renegaran del cristianismo para salvar la vida. En ese momento, San Sebastián, que se encontraba entre los que presenciaban la patética escena, y viendo que la fortaleza de los hermanos comenzaba a flaquear, salió de entre la multitud y dirigió a los presentes un parlamento con el que consiguió devolverles el ánimo y el deseo de mantenerse fieles al cristianismo, asumiendo sin miedo alguno los tormentos de su propio martirio. Tras terminar la prédica, se produjo un milagro por el que la mujer del carcelero, que era muda de nacimiento, recuperó repentinamente el habla, lo que produjo su inmediata conversión y la liberación de los hermanos por parte del carcelero. Fue tal la fuerza persuasiva de las palabras de San Sebastián, insufladas de inspiración divina, que incluso los padres y mujeres de Marco y Marceliano, así como muchos de los presentes, se convirtieron también al cristianismo; obrándose de nuevo el milagro en el padre de los gemelos que, nada más bautizarse, sanó de una grave dolencia que le aquejaba. Tras toda una serie de milagros, conversiones y martirios de otros cristianos, Sebastián fue denunciado al emperador. Diocleciano se sintió muy ofendido por la traición de su amigo y ordenó a sus propios compañeros que le llevaran al campo de Marte, le atasen a un árbol y le asaetearan hasta la muerte. La tradición hagiográfica nos cuenta que los soldados se ensañaron con Sebastián y le clavaron tal cantidad de flechas que convirtieron su cuerpo en una especie de erizo. Creyéndole ya muerto, se marcharon y dejaron al santo mal herido, pero aún con vida. Una vez que los soldados se habían ido, esa misma noche Santa Irene le desató, lellevó a su casa y le curó las heridas asistida por su criada Lucina; pasaje que es el que inmortaliza el lienzo. Cuando estuvo repuesto, Sebastián volvió al palacio imperial para recriminar al emperador por su persecución de los cristianos. Diocleciano enfurecido ordenó que lo apresasen de nuevo y dispuso que lo apalearan hasta estar seguros de su muerte y que después arrojasen su cadáver a la Cloaca Máxima, con el fin de que los cristianos no pudiesen recuperar sus restos, impidiendo así que le tributasen honores y rindiesen culto a sus reliquias. Así se hizo, pero el santo se apareció a Santa Lucia para indicarle el lugar exacto en el que se encontraba su cuerpo, que fue recuperado y sepultado en las catacumbas que llevan su nombre en la Via Appia. Ribera nació en Xátiva en 1591, pero de su primera formación valenciana nada se sabe. Tampoco están claros a día de hoy los motivos exactos por los cuales abandonó su ciudad natal para viajar a Roma aún muy joven, donde sabemos que ya se encontraba hacia 1606. Se ha planteado la posibilidad de que existieran familiares en la Ciudad Eterna (Papi, 2011, pp. 31-59). El caso es que en 1612 ya ejercía como pintor por cuenta propia en Roma y plenamente inmerso en la vida social y artística de la ciudad. Entre 1610-1611 se sabe también que estuvo en Parma donde recibió sus primeros encargos de relevancia. En 1616 pasará a Nápoles donde desarrollará una fructífera carrera, sobre todo a partir de que el virrey Osuna quedara maravillado con su calidad y le encargara importantes trabajos que le encumbrarían como la personalidad artística más importante de la ciudad. A partir de esos momentos los sucesivos virreyes se convertirán en sus clientes y pintará en abundancia para ellos, así como otros diversos encargos tanto dentro como fuera de Nápoles.