Círculo de El Greco

Círculo de “EL GRECO”; DOMÉNIKOS THEOTOKÓPOULOS (Candía, Grecia, 1541 – Toledo, 1614).
“San Francisco en éxtasis”.
Óleo sobre lienzo.
Presenta leves restauraciones.
Medidas: 52 x 37 cm; 67 x 51 cm (marco).
Esta obra sigue los modelos de la pintura atribuida al Greco que se encuentra en la colección artística del Museo Lázaro Galdiano de Madrid (Nº 02148). En la pintura observamos varios de los aspectos identificadores del estilo de El Greco, aquellos que dotaron a su obra de un carácter totalmente personal. A primera vista, destaca ante todo el tratamiento del color, que busca reflejar el verde intenso de otras composiciones del cretense. El Greco adquirió su personal paleta a raíz de su paso por Venecia, entre 1567 y 1570. Desde entonces adquirirá un color vivo y protagonista, así como una pincelada suelta y ágil. Se trata de un color artificioso, totalmente anticlásico y manierista, puramente conceptual. Los suyos son tonos intensamente clareados por la luz, destacando especialmente sus grises metálicos y muy trabajados, cambiantes, tal y como aquí vemos en el fondo y en la propia faz del personaje. El estilo de El Greco fue plenamente manierista, y de ahí también el alargamiento del canon, que llega a alcanzar las doce cabezas, y el retorcimiento de las anatomías, muy expresivas, que incluso pueden rozar la deformidad, si bien basándose en el conocimiento de la estatuaria clásica. En este lienzo vemos a un San Francisco monumental, sobre un fondo matizado, cuyas equilibradas proporciones nos indican que se trata de una obra posterior de artista quien, posiblemente, no conociera de primera mano al pintor, pero que el prestigio e influencia que el cretense causó en la pintura española del siglo XVIII le invita a seguir sus pautas. A su vez se observa una postura ligeramente contorsionada (elemento que caracteriza las pinturas del maestro, en las que se rechazaba el orden clásico y la rigurosa corrección formal del renacimiento, en pro de un arte más conceptual y expresivo basado en las formas complejas).
En cuanto al tema, San Francisco era hijo de un rico comerciante italiano. Bautizado como Juan, pronto fue conocido como “Francesco” (el pequeño francés), porque su madre provenía de dicho país. Su juventud fue alegre y despreocupada hasta los veinticinco años, momento en que cambia totalmente y empieza a dedicarse al servicio de Dios practicando el ideal evangélico: pureza, desprendimiento y alegría en la paz. Francesco renuncia a la gran herencia recibida de sus padres y decide vivir pobremente, dando ejemplo de auténtico cristiano