JAN VAN BIJLERT (Utrecht, 1598 - 1671).
“Retrato de dama con Niños”.
Óleo sobre tabla de roble. Engatillada.
Medidas: 100 x 80 cm;127 x 108 cm (marco).
La disposición de los personajes en esta pintura es la habitual en los retratos holandeses de la época, con la mirada puesta en el espectador. Siguiendo una composición piramidal el autor nos presenta a una madre en el centro de la escena con un Niño sobre su regazo y tras ellos una niña mira a la mujer. El autor se basa en una escena de larga tradición en cuanto a la composición, ya que esta muestra numerosas semejanzas con las representaciones de las Sagradas Familias, protagonizadas por la Virgen, el Niño y san Juan. Todos muestran rostros concentrados y serenos, propios de los retratos de personajes pertenecientes a la sociedad acomodada de la época, un grupo social enriquecido por el comercio internacional de la nación holandesa. Formalmente cabe destacar asimismo la sobriedad y el equilibrio de los tonos utilizados, destacando sólo el toque rojo del mantel, que ocupa el centro visual de la escena.
La pintura barroca holandesa de hacia las fechas en que se produjo la Guerra de los Ochenta Años (1568 – 1648) se la conoce como pintura de la Edad de Oro holandesa. Muestra muchas características del Barroco europeo, salvo, normalmente, el amor por el esplendor y los temas del cristianismo romano. Llama la atención la gran producción de la época, cuyos destinatarios eran la, cada vez más pudiente, burguesía urbana, algo a lo que va unida la proliferación de los géneros pictóricos. Fue en la pintura de la escuela holandesa donde se manifestaron más abiertamente las consecuencias de la emancipación política de la región, así como de la prosperidad económica de la burguesía liberal. La conjunción del hallazgo de la naturaleza, de la observación objetiva, del estudio de lo concreto, de la valoración de lo cotidiano, del gusto por lo real y material, de la sensibilidad ante lo aparentemente insignificante, hizo que el artista holandés comulgase con la realidad del día a día, sin buscar ningún ideal ajeno a esa misma realidad. No pretendió el pintor trascender el presente y la materialidad de la naturaleza objetiva o evadirse de la realidad tangible, sino envolverse en ella, embriagarse de ella a través del triunfo del realismo, un realismo de pura ficción ilusoria, lograda gracias a una técnica perfecta y magistral y a una sutileza conceptual en el tratamiento lírico de la luz. A causa de la ruptura con Roma y de la tendencia iconoclasta de la Iglesia reformada, las pinturas de tema religioso acabaron por eliminarse como complemento decorativo con finalidad devocional, y además las historias mitológicas perdieron su tono heroico y sensual, de acuerdo con la nueva sociedad. Así el retrato, el paisaje y los animales, la naturaleza muerta y la pintura de género fueron las fórmulas temáticas que cobraron valor por sí mismas y que, como objetos propios del mobiliario doméstico –de ahí las reducidas dimensiones de los cuadros-, fueron adquiridas por individuos de casi todas las clases y estamentos sociales.
Jan Hermansz van Bijlert fue un pintor holandés del Siglo de Oro de Utrecht, uno de los Caravaggistas de Utrecht, cuyo estilo estuvo influido por Caravaggio. Pasó unos cuatro años en Italia y fue uno de los fundadores del círculo de pintores nórdicos Bentvueghels de Roma. Jan van Bijlert nació en Utrecht, hijo del vidriero Herman Beernts van Bijlert. Es posible que recibiera alguna formación de su padre. Posteriormente fue alumno de Abraham Bloemaert. Como otros pintores de Utrecht, viajó por Francia e Italia. En 1621 fue, junto con Cornelis van Poelenburch y Willem Molijn, miembro fundador del círculo de artistas holandeses y flamencos de Roma conocido como los Bentvueghels. En 1625 regresó a Utrecht, donde se casó e ingresó en el schutterij. En 1630, se hizo miembro de la Cofradía de San Lucas de Utrecht y de la iglesia reformada. De 1632 a 1637 ejerció como diácono del gremio, y en 1634 fue nombrado regente de la Sint-Jobsgasthuis. En 1639 ayudó a fundar una escuela de pintores, el «Schilders-College», donde ejerció como regente.