Miguel Ángel Campano

MIGUEL ÁNGEL CAMPANO (Madrid, 1948 - 2018).
“Taza mellada”, 1992.
Óleo sobre lienzo.
Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 46 x 55 cm.

La pintura de una taza de Miguel Ángel Campano, con su trazo negro expresivo sobre un fondo gris y siluetas sintéticas en el fondo, es un ejemplo característico de su lenguaje plástico, en el que la gestualidad, la síntesis formal y la exploración del motivo pictórico son esenciales. Campano, vinculado a la abstracción postmoderna y la Nueva Figuración Española, abordó la pintura con una actitud experimental y un fuerte componente gestual. Su trazo negro, enérgico y espontáneo, recuerda a la caligrafía oriental y al automatismo surrealista, mientras que la elección de un objeto cotidiano como la taza lo vincula a su interés por los temas sencillos elevados a una dimensión pictórica más profunda. Dentro de su obra, esta pintura se inscribe en su exploración de lo esencial: reducir los elementos visuales a sus estructuras fundamentales, pero manteniendo el carácter físico y expresivo del gesto pictórico. Su trazo recuerda a la tradición de la pintura matérica y a la espontaneidad de artistas como Franz Kline o Cy Twombly, pero con una poética propia en la que los objetos cotidianos adquieren una presencia casi totémica.

Miguel Ángel Campano es uno de los referentes de la denominada renovación de la pintura española, que tiene lugar en la década de los ochenta y en la que participan también Ferrán García Sevilla, José Manuel Broto, José María Sicilia y Miquel Barceló. En los años 70 se trasladó a París gracias a una beca; el año previsto se convirtió en una estancia de más de diez, allí vivió y desarrolló su brillante carrera pictórica. Luego fue a vivir a Mallorca. En 1980 formó parte de la muestra Madrid DF, en el Museo Municipal de Madrid, junto a varios artistas entre los que se encontraban los mismos que hoy –excepto García Sevilla– le acompañan en el Palacio de Velázquez. Cinco años después fue seleccionado junto a otros compañeros de generación, entonces todos jóvenes pintores, como Miquel Barceló, que ya era una figura destacada, y José María Sicilia, para una exposición colectiva en Nueva York. En 1996 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas. Acababa de sufrir un grave derrame cerebral y ser operado en Madrid. Esto le obligó a pasar varios meses sin pintar. Después pintó “solo en negro”, color muy simbólico según sus propias palabras. Tres años después el Museo Reina Sofía organizó en este mismo Palacio de Velázquez una exposición dedicada a su obra reciente entonces, la de los años 90. Sus obras están expuestas en los más importantes museos, como el British Museum de Londres, el centro Pompidou de París y el Centro de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid.