Pareja de candelabros; Francia, Napoleón III, tercer cuarto del s. XIX.

Pareja de candelabros; Francia, Napoleón III, tercer cuarto del siglo XIX.
Bronce patinado y parcialmente dorado.
Medidas: 63,5 x 27 x 28 cm (x2).
Estos candelabros franceses son un espléndido ejemplo del estilo que predominó durante la época del Segundo Imperio Francés, conocido también como el periodo de Napoleón III (1852-1870). Elaborados en bronce dorado y bronce patinado, combinan con gran maestría los elementos ornamentales neoclásicos y barrocos, característicos del diseño decorativo del siglo XIX.
Ambos candelabros presentan una estructura central elegante y ornamentada, que culmina en múltiples brazos para sostener las velas. Cada brazo está ricamente decorado con volutas, hojas de acanto y motivos florales, que reflejan el gusto por la opulencia y el refinamiento de la época. La base triangular con patas en forma de garra evoca la estética de los leones, símbolo de fuerza y poder, mientras que el trabajo de dorado en los detalles añade un contraste visual destacado contra el tono oscuro del bronce patinado. Estas piezas no solo son funcionales, sino también escultóricas, pensadas para embellecer los espacios de interiores lujosos.
Este tipo de candelabros no solo cumplían con la función de iluminar, sino que eran verdaderas declaraciones de estatus y sofisticación. Durante el reinado de Napoleón III, hubo un fuerte interés por recuperar y reinterpretar estilos históricos, especialmente el neoclásico, pero con una teatralidad añadida que correspondía al espíritu del Segundo Imperio. Los objetos decorativos de esta época reflejan el auge del mercado del lujo, alimentado por la industrialización, que permitió producir piezas ricamente ornamentadas con mayor eficiencia.
Estos candelabros, diseñados para decorar los salones y comedores de las élites, simbolizan la intersección entre arte y funcionalidad. Eran protagonistas de los interiores burgueses y aristocráticos, que buscaban emular el esplendor de épocas pasadas. Hoy, estas piezas son valiosas no solo por su artesanía y belleza, sino también como testimonios de un periodo donde el diseño y la arquitectura marcaban la identidad cultural y social de Francia.