Miguel Ángel Campano

MIGUEL ÁNGEL CAMPANO (Madrid, 1948 - 2018).
Sin título. Políptico, 1993.
Óleo sobre lienzo (x5).
Presentan etiquetas al dorso de la Galería Juana de Aizpuru, Madrid.
Firmados y fechados (todos) al dorso.
Medidas: 29 x 20 cm; 40 x 29 cm; 59 x 40 cm; 80 x 58 cm; 117 x 80 cm.
A lo largo de la década de los noventa, la obra de Miguel Ángel Campano atravesó un profundo proceso de transformación que marcó un punto de inflexión en su trayectoria artística. Tal como se observa en este políptico, su trabajo comenzó a despojarse de elementos que habían sido centrales en etapas anteriores. Por un lado, se eliminó cualquier referencia explícita a la tradición pictórica, rompiendo con las influencias y los ecos culturales que previamente habían nutrido su creación. Este acto de cortar lazos con el pasado no fue una mera casualidad, sino una búsqueda consciente de esencialidad y renovación.
Simultáneamente, Campano decidió prescindir del color en su paleta, un recurso que durante siglos ha sido un vehículo fundamental para la expresión artística. En lugar de ello, optó por trabajar exclusivamente con negro sobre lienzos desnudos. Este enfoque austero, casi minimalista, creó una atmósfera de sobriedad y permitió que el espectador se concentrara plenamente en las formas, los ritmos y las tensiones del espacio pictórico. La ausencia de color no fue un vacío, sino una afirmación: un modo de intensificar el diálogo entre el artista, el soporte y la idea.
Otro de los aspectos esenciales de esta etapa fue el protagonismo que adquirió la geometría en su obra. Las formas geométricas, precisas y contundentes, se convirtieron en el eje central de su lenguaje visual. Este recurso no solo aportó estructura y equilibrio a sus composiciones, sino que también reveló un interés por lo abstracto y lo conceptual, alejándose cada vez más de lo anecdótico o narrativo. En conjunto, estos cambios reflejan un período de introspección y depuración en la obra de Campano
Miguel Ángel Campano es uno de los referentes de la denominada renovación de la pintura española, que tiene lugar en la década de los ochenta y en la que participan también Ferrán García Sevilla, José Manuel Broto, José María Sicilia y Miquel Barceló. En los años 70 se trasladó a París gracias a una beca; el año previsto se convirtió en una estancia de más de diez, allí vivió y desarrolló su brillante carrera pictórica. Luego fue a vivir a Mallorca. En 1980 formó parte de la muestra Madrid DF, en el Museo Municipal de Madrid, junto a varios artistas entre los que se encontraban los mismos que hoy –excepto García Sevilla– le acompañan en el Palacio de Velázquez. Cinco años después fue seleccionado junto a otros compañeros de generación, entonces todos jóvenes pintores, como Miquel Barceló, que ya era una figura destacada, y José María Sicilia, para una exposición colectiva en Nueva York. En 1996 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas. Acababa de sufrir un grave derrame cerebral y ser operado en Madrid. Esto le obligó a pasar varios meses sin pintar. Después pintó “solo en negro”, color muy simbólico según sus propias palabras. Tres años después el Museo Reina Sofía organizó en este mismo Palacio de Velázquez una exposición dedicada a su obra reciente entonces, la de los años 90. Sus obras están expuestas en los más importantes museos, como el British Museum de Londres, el centro Pompidou de París y el Centro de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid.