FERNANDO ZÓBEL (Manila, Filipinas, 1924 – Roma, Italia, 1984).
“El rio XIV”, 1978.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 80 x 80 cm; 83 x 83 cm (marco).
En el año 1971 Fernando Zóbel inició un prolífico camino cuyo protagonista indiscutible fue el rio Júcar. Su investigación se extendió durante toda una década, convirtiéndose en un tema recurrente de su pintura, hasta poco antes de su muerte. El artista divisaba este paisaje natural, en todos sus contextos y durante todas las estaciones, captando sus impresiones contemplativas a través del uso de fotografías, acuarelas y bocetos, a partir de los cuales iniciaba obras de mayor envergadura. En esta obra, donde Zóbel inmortalizada el rio, destaca el uso de los reflejos, y la armonía cromática fundamentada en una gama suave y vaporosa, complementada con elementos lineales, que conforman las dimensiones y el espacio pictórico. Partiendo de una realidad material del paisaje hacia una concepción abstracta del mismo, donde se dan cita elementos dispares como lo ficticio y lo real, o lo pictórico y pictográfico, conformando así una obra de un gran contenido lirico.
Historiador, mecenas, profesor de Universidad o coleccionista, son algunos de los adjetivos correspondientes con la figura de Fernando Zóbel, uno de los pintores más destacados del siglo XX español. La formación y cultivo de su personalidad, nunca cesa de desarrollarse, destacando su amor por los libros. Estudió Medicina en Filipinas y se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Harvard en Estados Unidos, siendo en esta época cuando comienza a interesarse e involucrarse con el mundo pictórico influenciado por la escuela de Boston, cuya paleta mostraba colores casi puros enmarcados por un dibujo muy marcado. Así, en 1951 inicia la cátedra de Bellas Artes del Ateneo de Manila. La evolución y necesidad de Zóbel por desarrollar un lenguaje artístico personal, le llevó a explorar el mundo de la abstracción influido por Rothko, o el expresionismo de Pollock o de Kooning, trabajando propuestas no figurativas muy válidas. A ello, es necesario añadir la influencia e interés tan grande que sintió hacia las culturas orientales, acrecentando este afán su participación en una excavación arqueológica china descubierta en la península filipina de Calatagan. Como se decía, la obra de Zóbel, bebe de oriente, tanto es así, que la caligrafía oriental es la que propicia la presencia de líneas sinuosas de gran elegancia, lo cual se aprecia en la obra que nos atañe, en la que se puede apreciar el minucioso y reflexionado trabajo previo. Y es que no hay nada dejado al azar en su pintura de apariencia espontánea, todas contienen un periodo de reflexión y ejecución previa, pues, como decía él: “mi proceso, es el proceso de apunte, dibujo, boceto y cuadro”, una planificación que da lugar a escenografías perfectas formadas por movimiento, líneas, velocidad, espacio y luz. Su obra se encuentra representada en museos de relevancia como el Museo de Arte Contemporáneo Español de Valladolid, el Museo de Bellas Artes de Boston, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Brooklyn Museum of Art de Nueva York, en el Joslyn Art Museum en Omaha (Nebraska), en la Hispanic Society of America, así como en colecciones tales como Chase Manhattan Bank, Colección de Arte AENA de Arte Contemporáneo en Madrid, así como en el Banco Urquijo de Barcelona.