Escuela de JOSÉ DE RIBERA (Xátiva, Valencia, 1591 – Nápoles, 1652).; siglo XVII.
“La aparición del Niño a san Antonio”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restauraciones.
Medidas: 185 x 146 cm.
Esta pintura se inspira directamente en el lienzo homónimo de José de Ribera, conservado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde la pintura queda definida . Este modelo iconográfico de José Ribera se asentará con fuerza en el ámbito español de la Contrarreforma, pues antes de él la iconografía dominante era la representación del niño en brazos del santo. Aquí el intenso contraste lumínico aporta indudable efecto dramático, típicamente barroco, a la composición. La luz, fría y argéntea, parece emanar del interior de los cuerpos: de las carnaciones del santo, cuyas facciones expresan sumo arrobo, y del cuerpo desnudo del Niño Jesús. El pintor ha prescindido de la corte de querubines que rodean al Niño a modo de rompimiento de gloria, en el cuadro de Ribera. Se mantiene la acusada diagonal de la composición original, así como la plasticidad otorgada por el efecto dorado de la luz celestial.
Ribera realizó distintas versiones del tema, conservándose en El Escorial, en la catedral de Granada y en el Museo di Capodimonte de Nápoles. El cuadro procede de las colecciones reales y formó conjunto con la Asunción de la Magdalena del mismo autor y también en la Academia en los Aposentos reales de El Escorial. Ambos lienzos son un buen ejemplo de la devoción a los santos después del Concilio de Trento (1545-1563). En 1871 este lienzo se incluyó en Cuadros selectos de la Real Academia de las tres Nobles Artes de San Fernando, una colección de estampas que pretendía divulgar el conocimiento de las obras más singulares de la institución y, a la vez, fomentar el arte del grabado.
Por su temática y estilo podemos situar esta pintura dentro de la escuela napolitana del siglo XVII en torno a la escuela de José de Ribera, pintor clave perteneciente a la generación de los grandes maestros del Siglo de Oro, formado en Italia de manera autodidacta. Su primer contacto con el naturalismo tuvo lugar con su llegada en 1615 a Roma, ciudad donde entra en contacto con los caravaggistas nórdicos, de los que adopta la técnica lisa y apurada, el feísmo y el dibujo riguroso, características que configuran su estilo en su etapa romana. Sin embargo, en 1616 marcha a Nápoles y se instala allí de forma definitiva. En esta ciudad Ribera se erigirá en cabeza del grupo de naturalistas napolitanos, y en torno a él se creará un importante círculo de pintores. Pese a estar en Italia, Ribera enviará numerosas obras a España, por lo que su lenguaje será clave para la formación del barroco en nuestro país. Su obra traerá el tenebrismo y, posteriormente, el pleno barroco, mucho antes de que éste llegará de forma directa a España, influyendo así a las nuevas generaciones de pintores. Por otro lado, una vez superada su etapa romana su pintura se caracterizará por una pincelada de gran soltura, de influencia veneciana, que también marcará la obra de sus seguidores. Así, la escuela de Ribera desarrolla un estilo de iluminación efectista y contrastada, claramente tenebrista, matizado sin embargo por una pincelada veneciana, empastada y fluida. Así, aquí vemos una luz de foco, artificial y dirigida, que penetra en la escena por el ángulo superior izquierdo e ilumina directamente el rostro y torso del filósofo, dejando el resto en penumbra. Y también hallamos esa pincelada totalmente moderna que modela apoyándose en la luz, ese toque de pincel pastoso y expresivo de la mano directamente de la escuela de Ribera.