Atribuido a Ambrosius Benson y taller

Atribuido a AMBROSIUS BENSON (Lombardía, activo en Brujas desde 1518 – Brujas, 1550) y taller.
“Calvario”.
Óleo sobre tabla de robre. Engatillada.
Adjunta análisis de pigmentos.
Posee permiso de exportación.
Presenta restauraciones.
Medidas: 81,5 x 61 cm; 94,5 x 73 cm (marco).
La calidad estética de esta tabla devocional queda patente en el cuidado con el cual el artista recrea la representación del Calvario. La Virgen María y San Juan flanquean el cuerpo espirante de Cristo como es habitual en la representación de este pasaje bíblico. Las figuras bíblicas se mantienen serenas, gráciles en sus gestos e idealizadas en sus rasgos con anatomías alargadas que aportan sutiliza a las formas del cuerpo y dotan a cada uno de los personajes de una gran presencialidad. La expresividad se concentra en la paleta cromática, destacándose el rojo carmín del manto del santo y la plasticidad azul, del manto mariano. Pero el artista no solo crea la expresividad de la imagen a través del primer plano, sino que configura un paisaje en profundidad donde a través de planos sucesivos consigue aportar una gran espacialidad a la escena. Con un paisaje que no sigue las directrices de la perspectiva marcadas por la escuela italiana pero que de manera intuitiva y detallista aporta veracidad a la escena. Volviendo al primer plano y a la destreza del maestro es necesario hacer mención al tratamiento de las telas, donde los pliegues se muestran excesivamente cuidados como se puede apreciar en el velo de la Virgen, la túnica de san Juan o el paño de pureza de Jesús. Pero la obra no queda únicamente en un ejercicio técnico sino que el artista va más allá tratando de trasmitir el mensaje religioso de ahí que una de las manos de Cristo, mantenga el gesto de bendición.
Ambroisus Benson fue uno de los llamados maestros de la tradición, sucesor de Van der Goes, y evidenció la influencia de Van Eyck, Van der Weyden y los primitivos flamencos en general. No obstante, en su obra se aprecian rasgos ya propios del siglo XVI, llegados de Italia, como la composición triangular que vemos en esta obra. De hecho, era originario de Lombardía, por lo que a veces se ven en su pintura rasgos más italianos. Especialmente importante fue su personal uso del color, con predominio de tonos granates en contraposición a los blancos y a los tonos claros de las carnaciones, que quedan así muy resaltados en la composición. También es típica de su obra la calidad aterciopelada de los mantos. Benson fue pintor de temas religiosos y de retratos, y se formó con Gerard David en Brujas a partir de 1518, año en que obtuvo allí la ciudadanía. No obstante, tuvo problemas con su maestro que terminaron en un proceso judicial, y en 1519 aparece ya inscrito en el Gremio de Pintores como maestro independiente. A partir del año siguiente se aprecia un claro crecimiento en su actividad, y entre 1522 y 1530 alquilará entre uno y tres puestos en el mercado anual para vender sus cuadros. Benson ocupó altos cargos en el gremio de pintores, sus obras fueron tasadas a precios muy altos y contó con varios aprendices, entre ellos dos de sus hijos, Willem y Jan. Aunque sólo se conocen dos obras suyas firmadas (“Tríptico de San Antonio de Padua” en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica y “La Sagrada Familia” en colección particular), y siete fechadas, basándose en criterios de estilos se le han atribuido más de ciento cincuenta pinturas. El taller de Benson tuvo una producción importante y, como ocurría en el de Adriaen Isenbrandt, sus obras estaban en general destinadas al mercado de la Península Ibérica. Su pintura fue muy apreciada en España, a pesar de que Benson nunca estuvo en nuestro país. En cuanto a su lenguaje, pese a su filiación a la tradición formó, junto a Isenbrandt y Jan Provost, la última generación de pintores de Brujas caracterizados por romper con la tradición gótica e introducir en su estilo las innovaciones del renacimiento italiano.