Siguiendo modelos de JOHANN HEINRICH VON DANNECKER (Stuttgart, 1758 - 1841), siglo XIX.
“Ariadna sobre una pantera”.
Escultura en mármol blanco.
Presenta leve desgaste
Medidas: 97 x 88 x 35 cm (escultura); 75 x 87 x 40 cm (peana)
Excepcional grupo en mármol que representa a Ariadna montada en una pantera, siguiendo el modelo (también en mármol) de Johann Heinrich Dannecker (actualmente conservado en el museo Liebieghaus de Fráncfort). Representa a una joven desnuda de porte aristocrático y proporciones griegas que lleva una corona de hojas de vid, dado que es la esposa del dios del vino Dioniso. Está representada en actitud sosegada y pretende simbolizar "la doma de lo salvaje por la belleza". Sus miembros torneados y proporcionados se adaptan a los cánones neoclásicos en boga. Ariadna sostiene un paño de expresivos drapeados en una mano y alza la mirada hacia el frente. El autor dota a la carne de una turgencia y maleabilidad encomiable.
Johann Heinrich Dannecker (1758-1841) fue un artista alemán que trabajó en Stuttgart para el duque de Wurtemberg. Se inspiró en piezas grecorromanas. Dibujó el diseño de "Ariadna montando una pantera" en 1803 y lo realizó en mármol en 1814. Se considera su obra maestra y una escultura destacada del movimiento neoclásico. Von Dannecker se formó junto a Philipp Jakob Scheffauer (1756-1808). En 1780, viajó a París, Roma, Bolonia y Mantua, ampliando sus conocimientos escultóricos, y regresó a Stuttgart en 1790, donde trabajó como profesor en la Hohe Karlsschule hasta 1794.
Ariadna era la hija de Minos y Pasifae, reyes de Creta que declararon la guerra a Atenas. A cambio de la paz, los atenienses debían enviar a siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para alimentar al Minotauro. Un año Teseo, el hijo del rey de Atenas, marchó voluntario para liberar a su pueblo del tributo. Ariadna se enamoró de él nada más verlo, y le ayudó dándole una espada mágica y un ovillo del hilo que estaba hilando, para que matara al monstruo y pudiera después encontrar el camino de salida del laberinto en el que éste vivía. A cambio, Teseo debía llevarse a Ariadna de vuelta a Atenas y desposarla. Sin embargo, según la mayoría de las fuentes, el príncipe la abandonó dejándola dormida en la isla de Naxos. Allí la descubrió Afrodita, quien se apiadó de ella y prometió al resto de dioses del Olimpo que la joven se casaría con un dios. Por su intercesión fue encontrada por Dioniso, quien la desposó. Con él fue madre de Enopión, personificación del vino, y fue ascendida a los cielos como la constelación Corona Borealis. Ariadna permaneció fiel a su esposo, pero más tarde Perseo la mató en el campo de batalla de Argos. En otros mitos, la princesa cretense se ahorcó en un árbol. Sin embargo, Dioniso descendió al Hades y la trajo de vuelta, uniéndose ambos entonces a los dioses del Olimpo.
En el arte neoclásico, tanto en la escultura como en el resto de las artes, se produce un conflicto fruto del cruce de permanencias de la tradición barroca, sutiles y elegantes motivos rococó y novedades que tienen que ver con lo real y con el mundo ideal de los modelos de perfección clásicos propuestos por Winckelmann y coleccionados por todos. Tal vez la clave para entender el neoclasicismo esté precisamente en Winckelmann, en sus recomendaciones a los artistas de imitar a los griegos para llegar a ser inimitables, y en aquella otra sentencia del arqueólogo prusiano según la cual el escultor, y el artista en general, debía “abocetar con fuego y realizar con flema”. Asimismo, Diderot aconsejó a los artistas “pintar como se hablaba en Esparta”, principio de depuración y sintetización que derivará en la tendencia hacia la abstracción lineal característica del 1800. En resumen, la escultura neoclásica se inspira en la tradición grecolatina a través de diferentes puntos de vista, adoptando sus principios de orden, claridad, austeridad, equilibrio y propósito, frecuentemente con un fondo moralizador. Basándose en el racionalismo, se enfatiza el desarrollo personal y el progreso social a través de una fuerte ética, elementos que se mezclan con el creciente interés científico en la antigüedad clásica a raíz de las excavaciones arqueológicas y la publicación de estudios eruditos sobre el arte y la cultura antigua. Así, aunque el arte clásico ya era muy apreciado desde el renacimiento, era de forma circunstancial y empírica, pero ahora esta admiración estará construida sobre base más científica, sistemática y racional.