JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
“Personnages, oiseux, étoile”, 1977.
Lápiz sobre cartulina.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 23 x 19,5 cm; 53,5 x 48,5 cm (marco).
Joan Miró fue una de las grandes figuras del arte del siglo XX a nivel internacional, y desarrolló un personal lenguaje cercano al surrealismo que influyó poderosamente tanto en sus contemporáneos como en las generaciones siguientes. Se formó en Barcelona, primero en la Escuela de la Lonja y posteriormente en la Academia Galí, de espíritu más renovador. En esa escuela y en el Cercle Artístic de Sant Lluc, también en Barcelona, el joven Miró conocerá a algunos de sus grandes amigos, como el crítico Sebastià Gasch, el poeta J.V. Foix, el pintor Josep Llorens Artigas o el promotor artístico Joan Prats. Así, desde sus años de formación se relacionó directamente con los círculos más vanguardistas de Barcelona, y ya en la temprana fecha de 1918 realiza su primera exposición, en las Galerías Dalmau de Barcelona. En 1920 se traslada a París y se encuentra con Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Estos serían los años cruciales de su carrera artística, en los que Miró descubrirá su lenguaje personal. En París entabló amistad con André Masson, en torno a quien se agrupaba el denominado grupo de la Rue Blomet, futuro núcleo del surrealismo. Así, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, con quienes compartía muchos de sus planteamientos teóricos, va madurando su estilo; trata de trasponer a lo visual la poesía surrealista, basándose en la memoria, la fantasía y lo irracional. Desde este momento su estilo inicia una evolución que le lleva a obras más etéreas, en las que las formas y las figuras orgánicas se reducen a puntos, líneas y manchas de color abstractos. En 1924 firma el primer manifiesto surrealista, aunque la evolución de su obra, demasiado compleja, no permite adscribirle a ninguna ortodoxia determinada. Su tercera exposición en París, en 1928, supone su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere dos obras suyas. A partir de los años treinta Miró se consagra como una de las figuras más destacadas del panorama artístico internacional, así como uno de los creadores clave del siglo XX. Precisamente en ese momento el artista, inconformista por naturaleza, entra en una fase que denominó de “asesinato de la pintura”, en la que renuncia voluntariamente a ser pintor y experimenta con otros medios, como el collage, el dibujo sobre papeles de diferentes texturas o la construcción de “objetos” con elementos encontrados, su primer acercamiento a la escultura. Así, aunque pronto retomó la práctica de la pintura Miró ya nunca abandonará su deseo de experimentación con todo tipo de materiales y técnicas, entre ellas la cerámica, el bronce, la piedra, las técnicas gráficas e incluso, desde 1970, el tapiz. Regresa a España en 1941, y ese mismo año el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica una retrospectiva que supondrá su definitiva consagración internacional. Durante la década de los cincuenta experimentó con otros medios artísticos, como el grabado, la litografía y la cerámica. Desde 1956 y hasta su muerte, en 1983, reside en Palma de Mallorca en una suerte de exilio interior, mientras crece su fama internacional. A lo largo de su vida recibió numerosos premios, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia de 1954 y de la Fundación Guggenheim en 1959, el Carnegie de Pintura en 1966, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña (1978) y de las Bellas Artes (1980), y fue nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Harvard y Barcelona. En la actualidad su producción puede contemplarse en la Fundación Joan Miró de Barcelona, inaugurada en 1975, así como en los principales museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París o la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.