DESCRIPCIÓN
Atribuido a JUAN DE VALDÉS LEAL (Sevilla, 1622 – 1690).
“San Jerónimo penitente”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restauraciones sobre la superficie pictórica.
Procedencia: Antigua colección Antonio Ramos Asensio (Sevilla).
Medidas: 124 x 103,5 cm.
En esta obra se representa una iconografía típica de la España del siglo XVII, en la que vemos a san Jerónimo escuchando la trompeta del Apocalipsis, cuya presencia se aprecia en la zona superior izquierdo de la escena. El santo aparece en penitencia, semidesnudo y cubierto sólo por un manto rojo, meditando en el desierto con un cráneo humano y escribiendo las Sagradas Escrituras. Debajo se sitúa un león en reposo, uno de los principales atributos iconográficos del santo. En cuanto a la tonalidad, el autor se hace eco del tenebrismo de la época, aunque su pintura muestra un acabado vaporoso, que se aprecia especialmente en la concepción pictórica del celaje, o en el pelo y las barbas de los personajes, un recurso que fue común en la pintura de Valdés Leal, como se puede observar en el tratamiento de san Jerónimo. De hecho, Valdés Leal inmortalizó al santo en varias ocasiones como se aprecia en su obra “Las tentaciones de san Jerónimo”, que actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla o por ejemplo en el retrato del santo que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
A pesar del carácter difícil con el que aparece retratado en las fuentes, lo cierto es que la obra de Valdés Leal es bastante variada y se encuentra en la línea de la pintura que se realizaba en su entorno. No sabemos en qué fecha se trasladó a Córdoba, aunque previsiblemente había realizado ya una primera formación artística en su ciudad natal. Se ha especulado con su acercamiento al taller de Herrera el Viejo, y también al arte del cordobés Antonio del Castillo, como posibles influencias para su primera obra firmada y fechada conocida, el San Andrés de la iglesia de San Francisco de Córdoba, de 1647. En ella sabe combinar con visible acierto la monumentalidad de la figura del santo con el acercamiento naturalista. En 1656 se establece en Sevilla, donde desarrollará la mayor parte de su vida. En 1660 aparece entre los creadores de la Academia de Dibujo, de la que en 1663 llegará a ser presidente. Al año siguiente establece Palomino su viaje a la corte y a El Escorial, un periplo que todavía puede entenderse de aprendizaje, impulsado por su afán de conocer las obras de los grandes maestros presentes en las colecciones reales. En 1667 ingresa en la Hermandad de la Caridad de Sevilla, cuyo fundador había sido Miguel de Mañara, el noble visionario autor del escatológico Discurso de la Verdad, al que Valdés permanecerá unido en adelante. En 1671, Valdés Leal tiene la oportunidad de trabajar como arquitecto en las decoraciones efímeras que hace instalar la catedral de Sevilla para celebrar la canonización de san Fernando. Gracias a estos trabajos Palomino le define como «gran dibujante, perspectivo y arquitecto». Además, realiza dos grabados, reproduciendo sus obras en la catedral, para el libro de Fernando Torres Farfán que celebraba dicha efeméride, lo que nos permite conocer su trabajo como arquitecto. Son éstas sus obras más importantes como creador de estampas, aunque también se conocen su grabado de la custodia de la catedral, un autorretrato y la imagen póstuma de Miguel de Mañara. En 1672 se encuentra en Córdoba, ocasión que aprovecha Palomino para conocerle personalmente. Ello otorga más valor a la afirmación del tratadista cordobés sobre el interés literario de Valdés Leal, pues le hace poseedor de «el ornato de todas las buenas letras, sin olvidar las de la poesía»..