DESCRIPCIÓN
Mortero. Francia, siglo XV.
Pórfido egipcio.
La pieza ha sido restaurada en una rotura pero no se aprecia a la vista.
Medidas: 16 x 21 x 21 cm.
Mortero de paredes lisas enteramente realizado en pórfido real egipcio, un prestigioso material que encarnaba el poder de emperadores y gobernantes desde la Antigüedad. La singularidad de este material recae en su resistencia y durabilidad excepcionales. Sus cualidades intrínsecas se adaptaban perfectamente al mensaje de poder y autoridad, pero también hacían que fuera extremadamente difícil trabajarlo y tallarlo.
Desde finales del Imperio Romano representó un medio para legitimar y subrayar el poder de cualquier pretendiente al trono. De un color púrpura intenso con motas blancas, esta duradera piedra fue, según la Naturalis Historia de Plinio, descubierta por el legionario Cayo Cominio en el año 18 EC en un lugar ahora llamado Mons Porphyrites (Montaña de Pórfido), en el desierto oriental de Egipto. Los romanos dieron a la piedra un nombre: “pórfido”, que deriva de la palabra latina que significa púrpura, el color de la nobleza. Hacer objetos con esta piedra dura fue una declaración tanto política como artística. A partir del siglo V, las canteras dejaron de explotarse y el monte Porphyrites quedó perdido en el olvido. A partir de entonces, la única fuente de pórfido de este tipo utilizado en Europa occidental fueron las ruinas de la Antigua Roma, lo que dotó a las nuevas obras creadas de una profunda conexión espiritual con la Antigüedad.
En los antiguos recetarios aparece gran cantidad de recetas basadas en el uso del mortero, utensilio que, si bien hoy día apenas se utiliza, antaño era tan variado en su uso que toda cocina contaba con una gran variedad de ellos, desde los mayores donde majar carnes y hortalizas hasta los menores para moler especias. Ya en la Antigüedad existían morteros de gran tamaño, elaborados en bronce para triturar y mezclar el mármol o la cal, que se empleaban para fabricar los conglomerantes de construcción o los revocos, como el estuco. El poeta romano Juvenal lo nombró en artículos para la preparación de drogas, reflejando el uso temprano de este instrumento en las boticas. La antigüedad de los morteros se encuentra asimismo muy bien documentada en algunas obras de la literatura antigua, como el Papiro Ebers egipcio, que data del 1550 a.C. y que se considera uno de los documentos más antiguos de la medicina en el Antiguo Egipto. También aparece mencionado en el Antiguo Testamento. Los buenos morteros deben ser pesados o de materiales resistentes, para soportar los golpes prolongados y poder así reducir a polvo las sustancias. El mortero no puede ser frágil ya que se rompería durante la operación de pulverizado. El material debe ser también cohesivo para que no se desgaste su superficie y se mezcle con los ingredientes.