Escuela valenciana; primera mitad del siglo XVI.
“Adoración de los Reyes Magos”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 69 x 72 cm; 107 x 108 cm (marco).
El episodio bíblico de la Adoración de los Reyes Magos se carga en esta representación de un gran refinamiento plástico. Bajo un cielo atravesado por la presencia de la estrella de oriente, se narra la visita de los tres Reyes de Oriente al Niño Jesús. Envueltos en suntuosos trajes y acompañados de exóticos sirvientes, situados en un segundo plano. Los reyes portan sus ofrendas en cofres y frascos de oro. Tocados con turbantes satinados, visten túnicas que revelan la opulencia de reyes. Los suaves colores aterciopelados armonizan con un dibujo esmerado que realza la finura de los rasgos y la nobleza de los gestos. María toma al Niño en su regazo y lo acerca a un Melchor de larga barba gris, quien está mostrándole el oro que contiene su copa. San José permanece en segundo término, como es usual en las representaciones de la Sagrada Familia. La vegetación ha sido descrita con el mismo esmero que los personajes. La paleta ha sido ricamente contrastada en sus colores brillantes y virajes tonales.
La escuela valenciana se muestra diferente al resto de centros artísticos españoles contemporáneos, gracias a que en la durante gran parte del siglo XV y el siglo XVI existió allí un importante asentamiento de pintores italianos y flamencos. De esta manera, a lo largo de la historia del arte Valencia ha significado un importante foco dentro del arte español, junto a otras escuelas como la andaluza y la madrileña. En Valencia, el cambio del siglo XVII al XVIII no supuso una ruptura respecto a la tradición anterior, sino una continuación de ésta. En 1768 se crea la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, y esta institución determinará un cambio hacia un clasicismo de raíz barroca. A través de ella, los jóvenes artistas se formarán de la mano de José Vergara, Manuel Monfort, José Camarón, Vicente Marzo, Vicente López y Mariano Salvador Maella. Por otra parte, la recuperación económica se traducirá en una pujante burguesía industrial y comercial, que buscará distinguirse socialmente a través del mecenazgo artístico. En paralelo, la Iglesia irá perdiendo su monopolio como único cliente de los artistas. Todo esto determinará un definitivo cambio de gusto, y también de los géneros tratados: la pintura religiosa convivirá ahora con el retrato burgués, el bodegón, el paisaje, los temas históricos y mitológicos y el costumbrismo.