RAMÓN CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932).
“Retrato del general Weyler”, 1915.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo.
Obra reproducida en el catálogo razonado “Ramón Casas, una vida dedicada a l’art”, Isabell Coll, Ed. El Centaure groc, Barcelona, 1999, ref. 440, pág. 355.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Marçal Barrachina.
Medidas: 61 x 45,5 cm; 92 x 77 cm (marco).
Ramón Casas inmortaliza en este espléndido retrato al general Valeriano Weyler y Nicolau, militar y político español por el que el pintor sintió gran afecto, según documentación encontrada entre sus papeles personales. Ya en 1895 Ramón Casas había realizado su obra “El embarque de tropas”, un óleo sobre lienzo que captaba el embarque de 1482 soldados españoles hacia la guerra de Cuba, acontecimiento también presenciado por el propio Weyler. En el lienzo en licitación vemos un retrato digno y elegante, con un hombre que mira directamente al espectador, orgulloso de las múltiples condecoraciones que ornan su uniforme y que, sin embargo, no compiten en importancia con el rostro, absoluto centro de la composición. A nivel compositivo vemos la simplicidad, el orden y la claridad propios de todos los retratos de Casas, que por otro lado siguen las formas de representación más del gusto de la época.
Ya desde sus inicios Casas mostró una clara predilección por el retrato, y una especial maestría para captar la realidad a través de un lenguaje totalmente propio, sintético, expresivo y moderno, que dejaba atrás el decorativismo y el simbolismo del Art Nouveau imperante. Ya en 1899, con tan sólo treinta y dos años, inaugura en Barcelona una exposición antológica de su obra. Esta muestra dio a conocer al público su colección de más de cien retratos al carbón de personalidades de la época, realizadas en aquel mismo año. Esta exposición consagró a Casas como el mejor retratista de su época, gracias no sólo a su maestría formal, sino también a la perfecta descripción psicológica de sus modelos.
Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán.