Escuela española de finales del siglo XIX. Seguidor de DIEGO VELÁZQUEZ (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660).
“Menipo”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 38 x 23 cm.; 45,50 x 30 cm. (marco).
Esta obra reproduce con asombrosa fidelidad la original de Velázquez del mismo título, en el que el autor ha sabido aprender las lecciones del maestro sevillano tanto en lo formal como en el aspecto expresivo. Según afirma el propio Museo del Prado, pinacoteca en la que se alberga el lienzo original, “Esopo y Menipo aparecen citados por vez primera en el inventario que se hizo en 1701-1703 de la Torre de la Parada, que albergaba un extenso ciclo de pintura mitológica realizado por Rubens y sus ayudantes, y algunos retratos de Velázquez que representan bufones y miembros de la familia real vestidos de cazadores, etc. Se citan Demócrito y Heráclito, pintados por Rubens, cuya altura es muy parecida a la de los cuadros de Velázquez, aunque su anchura es algo inferior. Probablemente estaban interrelacionados y se pintarían en época parecida, en torno a 1638. Es muy interesante la comparación con los filósofos de Rubens para entender la personalidad de Velázquez. Los personajes de aquél, espléndidos, se hallan vestidos a la antigua y están sentados ante un paisaje rocoso, un ámbito que frecuentemente se utiliza para la descripción pictórica de ermitaños y penitentes. Tienen los pies desnudos, y uno ríe y el otro llora. Su contextura corporal es absolutamente rubensiana, es decir, robusta y musculada, y sus gestos se adecúan a unos códigos de expresión sólidamente establecidos. Velázquez planta a los suyos en un escenario interior, sus vestidos y zapatos son los que llevaría cualquier mendigo de cualquier ciudad española y se advierte una voluntad de aproximación realista a los rostros. Están situados en el espacio de la misma manera que muchos de sus retratos, y, aunque abundan los objetos que posibilitan una lectura simbólica, el pintor juega con los límites entre retrato y ficción”.