Reloj; Francia, finales del siglo XIX.
Bronce dorado y porcelana esmaltada.
Posee suspensión Brocot.
Conserva péndulo y llave.
Firmado Victor Pallart (esfera); Pallart Rodier y Mari Pons (maquinaria).
Medidas: 51 x 65,5 x 20 cm.
Reloj de sobremesa francés realizado en bronce y mármol blanco. La pieza se sustenta sobre patas doradas con forma de bola achaflanada y decoración incisa, que fueron comunes en el estilo de la época. La base de mármol, posee una estructura rectangular con los perfiles laterales retranqueados, y la zona central adelantada, de tal modo que se crea un juego de volúmenes. Una franja de bronce dorado da paso al cuerpo también del mármol, que conserva la misma estructura que la base, aunque en este caso la ornamentación es mayor. Con un patrón de carácter vegetal que combina elementos geométricos realizados en bronce se superponen al cuerpo, y rematan la zona central. Sobre el cuerpo se dispone la caja del reloj diseñada con una esfera blanca de numeración romana en color negro y agujas de estilo breguet. La esfera se integra en una estructura de inspiración arquitectónica que remata en forma de gran copa clásica de la que destacan el fino trabajo de las aves que la flanquean. Sobre esta estructura se apoya a cada lado la figura femenina de una musa semidesnuda.
Los relojes de bronce de sobremesa del siglo XIX fueron piezas clave en la decoración y el diseño de interiores, además de símbolos de estatus social y refinamiento. Elaborados con gran detalle y a menudo adornados con motivos artísticos, estos relojes no solo servían para medir el tiempo, sino que también reflejaban los avances técnicos y el gusto por la artesanía fina de la época. El bronce, un material duradero y estéticamente apreciado, permitía la creación de formas complejas y elegantes, integrando estilos como el neoclásico o el rococó, lo que los convertía en objetos altamente valorados en las residencias de la alta sociedad.