Reloj de pórtico Directorio; Francia, c. 1800.
Bronce dorado al mercurio y patinado y mármol verde Antico.
Posee suspensión de hilo de seda.
Conserva llave y péndulo.
Medidas: 63,5 x 40,5 x 17,5 cm.
Esta obra sigue el modelo del reloj creado por Jean-Baptiste Héricourt (1756- 1849), titulado “Au télégraphe d'amour”, diseñado para el Palacio de Rambouillet. Se trata de un reloj arquitectónico con ocho columnas que sostienen un entablamento, todo en bronce en forma de pórtico, rematado por signos telegráficos con dos figuras análogas. Se alza sobre un zócalo de mármol verde mar. Todos los bronces que lo decoran están perfectamente dorados. Entre las columnas, Cupido y Mercurio como niños, dorados hasta el mate, accionan la rueda o carrete del telégrafo correspondiente al primer modelo inventado por Claude Chappe, conocido como «telégrafo de Lille». La escena se repite en la base del reloj, en un friso en bajorrelieve. Poseidón ha sido derrotado por la tecnología, y las olas ya no son un obstáculo para la transmisión de mensajes de amor por parte de los telegrafistas a uno y otro lado del agua. Los amantes, al final del friso, esperan su mensaje, lo que justifica plenamente el nombre dado por Héricourt a este modelo, «Telégrafo del amor». En la parte superior del reloj, el regulador telegráfico adopta la forma de un arco y los indicadores la de flechas en bronce dorado mate. Un carcaj de flechas simboliza el mástil de doble muesca típico del sistema telegráfico de Lille. hasta la fecha sólo se conoce otro reloj idéntico de este modelo. Es similar al entregado a la Sra. Lepaute Oncle et Neveu, 42 rue Saint Thomas du Louvre. Se describe en el libro «Pendules du Mobilier national 1800-1870» en las páginas 131 y 132. Similar al encargado para el dormitorio del Emperador y del Rey en el Palacio Imperial de Estrasburgo el 25 de octubre de 1806.
Los relojes de bronce de sobremesa del siglo XIX fueron piezas clave en la decoración y el diseño de interiores, además de símbolos de estatus social y refinamiento. Elaborados con gran detalle y a menudo adornados con motivos artísticos, estos relojes no solo servían para medir el tiempo, sino que también reflejaban los avances técnicos y el gusto por la artesanía fina de la época. El bronce, un material duradero y estéticamente apreciado, permitía la creación de formas complejas y elegantes, integrando estilos como el neoclásico o el rococó, lo que los convertía en objetos altamente valorados en las residencias de la alta sociedad.