Gran reloj estilo Luis XVI, después de Falconet. Francia, finales del siglo XIX
Porcelana "biscuit" y monturas en bronce dorado. Esfera de porcelana pintada a mano, esmaltada.
Conserva péndulo y llave
Presenta marcas incisas
Posee restauraciones
Medidas: 70 x 34 x 21 cm.
Reloj de sobremesa realizado en porcelana biscuit que representa a las tres gracias sosteniendo una copa. Existe un modelo muy similar en la colección del Museo de Artes decorativas de Madrid, de hecho fue nombrado pieza del mes y en el estudio realizado por el museo se citan las siguientes palabras “El proceso de creación de estas piezas en porcelana partía de un modelo, generalmente en mármol, como los realizados por el escultor Étienne-Maurice Falconet. Esto supone la creación de un gran número de objetos muy similares, en ocasiones idénticos, como ocurre con el reloj de las Tres Gracias. Existen varios ejemplares que siguen este modelo diseminado por colecciones de todo el mundo, pero, sin duda, el más conocido es el que se custodia en el Museo del Louvre. Pertenecía previamente a la colección privada de Isaac de Camondo y, aunque está realizado en mármol blanco y no en porcelana bizcochada, el esquema decorativo es prácticamente idéntico al del ejemplar del presente estudio. Almagro Gorbea, que ha estudiado ampliamente el reloj del Museo Nacional de Artes Decorativas y sus paralelos, considera que se pueden identificar tres series diferenciadas que siguen el mismo esquema (2016: 89). En un primer momento se realizarían estas piezas en mármol blanco (como en el caso del reloj de la colección Camondo) y, posteriormente o de manera coetánea, se crearían algunos ejemplos en porcelana de Sèvres (donde incluiríamos el reloj del Museo Nacional de Artes Decorativas). En un tercer grupo, ya posterior, se realizarían piezas que combinaban el bronce dorado con algunas aplicaciones en mármol blanco o porcelana.”
Los relojes de bronce de sobremesa del siglo XIX fueron piezas clave en la decoración y el diseño de interiores, además de símbolos de estatus social y refinamiento. Elaborados con gran detalle y a menudo adornados con motivos artísticos, estos relojes no solo servían para medir el tiempo, sino que también reflejaban los avances técnicos y el gusto por la artesanía fina de la época. El bronce, un material duradero y estéticamente apreciado, permitía la creación de formas complejas y elegantes, integrando estilos como el neoclásico o el rococó.