Reloj de pórtico esqueleto Imperio. Francia, c. 1815
Bronce dorado. Esfera de porcelana pintada a mano, esmaltada.
Con suspensión del péndulo en hilo de seda
Firmado en la esfera: “ Ch. Noseda à Marseille”
Conserva péndulo y llave
Posee base de época posterior y fanal
Medidas: 51x 21 x 21 cm; 61 x 30 x 30 cm (marco)
Reloj de bronce dorado en forma de templo con cuatro columnas que descansan sobre una base circular. Estas han sido concebidas a modo de cariátides, aunque la corona que portan indica que la inspiración parte del antiguo Egipto. Está rematado por un movimiento esqueleto. La esfera esmaltada está rodeada por un friso calado, embellecido por figuras de inspiración clásica, que remata en una gran copa. El péndulo está adornado con un mascarón radiado
A principios del siglo XIX, los relojes esqueleto adquirieron gran importancia por su combinación de precisión técnica y estética artesanal. Estos relojes, que dejaban al descubierto sus mecanismos internos, permitían a los fabricantes mostrar su destreza en la relojería fina, destacando la complejidad y belleza de los engranajes, resortes y ruedas que hacían posible la medición exacta del tiempo. En una época marcada por avances en la ingeniería y el arte, los relojes esqueleto no solo eran objetos funcionales, sino también símbolos de estatus y maestría, valorados tanto por su precisión como por su elegancia y la innovación que representaban en la alta relojería.