VÍCTOR RODRÍGUEZ (Méjico, 1970).
“Two dream”, 1998.
Acrílico sobre lienzo.
Presenta al dorso etiqueta la Galería Enrique Guerrero.
Medidas: 198 x 198 cm; 219 x 219 cm (marco).
Esta pintura del artista Víctor Rodríguez muestra a una persona dormida, con el rostro y una mano visibles sobre una almohada. Su expresión es serena, transmitiendo una sensación de descanso profundo. La persona lleva un pañuelo en la cabeza de colores rojo, blanco y azul, lo cual podría simbolizar alguna identidad cultural o simplemente un elemento decorativo.
A la derecha de su cabeza, hay una serie de burbujas de pensamiento. Una burbuja en la esquina superior izquierda contiene una imagen en tonos rojos de un perro de aspecto simpático, junto a un pastel con velas, posiblemente representando un cumpleaños o una celebración. Esto podría indicar que el personaje está soñando con recuerdos o escenas de su vida personal o afectiva.
A la derecha de esta burbuja, aparece una burbuja más grande y abstracta con franjas verticales de varios colores brillantes: negro, rosa, amarillo, azul, naranja, verde, entre otros. Las franjas coloridas contrastan con la paleta más suave y realista del resto de la obra, generando una división entre el mundo del sueño (imaginación, recuerdos, fantasía) y la realidad.
El estilo realista con detalles minuciosos, como la textura de la piel y los colores vibrantes, es típico del trabajo de Rodríguez, quien a menudo explora temas de identidad, cultura pop y los límites entre la realidad y la fantasía.
Víctor Rodríguez es un destacado artista visual y pintor mexicano, principalmente autodidacta. Nació en la Ciudad de México en 1970 y, a los 26 años, se mudó a Nueva York. Actualmente vive y trabaja en el barrio de Dumbo, en Brooklyn.
Rodríguez llegó a Nueva York en 1997, luego de enviar más de mil cartas con fotografías de su obra a diversas galerías. Su persistencia dio frutos cuando el fallecido Ivan Karp, fundador de la galería Ok Harris y exdirector de la Galería Leo Castelli, respondió a su trabajo. Karp no solo lo invitó a exponer, sino que también adquirió varias de sus piezas. Este apoyo permitió a Víctor Rodríguez establecerse en la ciudad, donde ha logrado consolidarse como un líder en la nueva generación de artistas hiperrealistas.