OSWALDO VIGAS (Valencia, Carabobo, 1923 - Caracas, 2014)
“Pedro niño”, 1997.
Óleo sobre madera.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho. Firmado y fechado al dorso.
Medidas: 50 x 40 cm; 71 x 62 cm (marco).
Óleo sobre lienzo en el que el autor nos presenta un retrato donde las formas del personaje principal se diluyen y se definen a través de una paleta inspirada por el fauvismo. Esta pieza refleja un lenguaje estético donde se plasman diversos movimientos de vanguardia y de la tradicción de la historia del arte desde una nueva perspectiva, en la que la trasgresión estética a manos de Oswaldo Vigas da paso a la creación de una imagen con un lenguaje y personalidad propios. A través del uso del color la obra ofrece al espectador una nueva estética vitalista que se funde con una técnica diluida y fluida que se extiende sobre la superficie del lienzo de modo aparentemente aleatorio. Sin embargo, compositivamente el artista ha conseguido crear una imagen completamente armónica donde el dominio del color y de la técnica consiguen una imagen expresiva y dinámica que capta y crea un dialogo con el espectador.
Oswaldo Vigas fue un artista de origen venezolano, conocido por sus obras como pintor y muralista, aunque a lo largo de su carrera abordó otros géneros artísticos. Comenzó a pintar el cuerpo humano a los 12 años, cuando murió su padre. Estudió medicina en la Universidad de los Andes (Venezuela) y en la Universidad Central de Venezuela en Caracas. Mientras estudiaba, tomó varias clases de arte en el Taller Libre de Artes y asistió a la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, donde se relacionó con pintores como Manuel Cabré y Pedro Ángel González, entre otros. Sus primeras pinturas se centraron en la figura humana, sobre todo femenina, y en un tema que sería una constante a lo largo de su carrera: las brujas. Se interesó por la cultura y la cerámica precolombinas, en concreto por las estatuillas de la Venus de Tacarigua. En 1952 ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas y también realizó una exposición individual en el Museo de Bellas Artes de Caracas. En 1952, estos éxitos permitieron a Vigas trasladarse a París. En la capital francesa estudió en la Escuela de Bellas Artes y realizó cursos abiertos en la Sorbona. Recibió el encargo de realizar cinco murales de mosaico que pasarían a formar parte de la Universidad Central de Venezuela, posteriormente declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2000. Durante la mayor parte de la década de 1950, sus obras se alejaron de la figura humana y se acercaron al constructivismo y la abstracción. En 1953 participó, entre otras exposiciones, en la Bienal de São Paulo y en una colectiva en el Musée d'Art Moderne de la Ville de París. Entre 1953 y 1958, el artista expuso regularmente en Francia y Venezuela. En 1954 representó a Venezuela en la XXVII Bienal de Venecia y formó parte de la exposición itinerante Pintores de Venezuela en la Unión Panamericana, patrocinada por la Smithsonian Institution. Entre finales de la década de 1950 y mediados de la de 1960, cuando aún vivía en Francia, Vigas fue invitado a participar en una importante encuesta sobre arte latinoamericano en la que recibió el primer premio: la Gulf-Caribbean Art Exhibition, comisariada por Lee Malone en el Museo de Bellas Artes de Houston. También expuso en el Slater Memorial Museum de Norwich (Connecticut) y en la Galería de Arte de la Universidad de Nebraska. Influido por una visita a Picasso en 1955 y por su interés por la antropología y las llamadas «culturas primitivas», Vigas encauzó sus obras de los años 50 hacia la búsqueda de un lenguaje auténtico, combinando pinturas gestuales, geométricas y figurativas. Esto le llevó a explorar progresivamente las conexiones con las culturas primitivas y la noción de una identidad personal marcada por recursos imaginativos telúricos, mágicos y personales, que pueden encontrarse en sus obras a partir de los años sesenta. En 1970 se trasladó a Caracas. Durante la década de 1980, Vigas produjo una serie de tapices y obras de cerámica, y sus primeras esculturas fundidas en bronce. En 1990, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber organizó una gran retrospectiva de su obra, en la que se mostraban no sólo pinturas y esculturas, sino también tapices, cerámicas y joyas.