FRANCISCO SEBASTIÁN NICOLAU (Valencia, 1956).
Sin título.
Técnica mixta collage, pastel y grafito sobre cartón.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 28 x 20 cm; 52 x 39 cm (marco).
Sus pinturas, dibujos y esculturas pueden encuadrarse en el territorio de la figuración realista, sin que encajen en él de una manera concreta, pues sus juegos de connivencia con otros lenguajes los separan de las tendencias más acotadas. Desde una visión naturalista del paisaje en los años 80 hasta su evolución hacia la síntesis formal actual, ha ido fijando su interés en la relación entre el paisaje atmosférico y el elemento arquitectónico, urbano e industrial, para desde ellos abordar también el espacio de la escultura y desde ésta, retornar a la pintura con una visión organizativa de la obra, en la que establece analogías entre realidad-ficción, como en sus dibujos de figuras contructivistas de cartón, con juegos entre lo tangible y lo representado, o entre realidad-abstracción en grandes óleos y dibujos de hules plegados que parecen sustentarse a si mismos con la potencia de un hecho físico y sobre los que en la actualidad actúa con dibujos geométricos realizados con cordones e hilos que crean sombras ficticias sobre ellos, en un lenguaje entre abstracción-figuración-constructivismo. Ha expuesto su trabajo en Madrid, Valencia, Barcelona, Mallorca, Milán (Italia), Ginebra (Suiza), Osaka (Japón), varias ediciones de ARCO, etc., y se encuentra, en la actualidad, en numerosas colecciones privadas de todo el mundo y en instituciones sobradamente reconocidas como la Fundación Bancaja de Valencia, el Centro de Arte Contemporáneo Caja Burgos en Burgos, la Colección Banco de Valencia, la Fundación MAPFRE de Madrid, la Colección de Arte Contemporáneo de la Universidad Politécnica de Valencia, la Colección Fischer, etc.Está representado por importantes galerías como Galería Alejandro Sales de Barcelona, Galería Juan Gris de Madrid, galería Leonarte de Valencia.
Un intenso lirismo atraviesa este bodegón con ensaimada, quizás por las briznas secas o la madurez de la manzana, elegante manera de hablar de la cadencia del tiempo. Veladuras, juegos de luz, armonías equilibradas y sobriedad compositiva se conjugan en esta escena.