JOAN HERNÁNDEZ PIJUAN (Barcelona, 1931 – 2005).
Sin título, 1987.
Técnica mixta sobre papel artesanal.
Firmado en el margen inferior.
Medidas: 93 x 184 cm.; 117 x 210 cm. (marco).
Este trabajo de Hernández Pijuan, realizado en 1987, representa a la perfección su exploración del lenguaje pictórico como una vía de reducción esencial y contemplación poética. Dos tallos vegetales de trazo sutil flotan sobre un fondo ocre luminoso, una composición aparentemente mínima que encierra una profunda reflexión sobre el espacio, la memoria y el tiempo.
En los años ochenta, Pijuan dedicó una parte significativa de su producción al tema del jardín y la naturaleza, un motivo recurrente en su obra que utilizó como ejercicio de depuración formal y conceptual. La imagen se resuelve con un lenguaje casi caligráfico, de gran influencia oriental, en el que el gesto y el vacío adquieren un peso crucial. La textura del papel artesanal, con su rugosidad orgánica, refuerza la sensación de inmediatez y fragilidad, generando una atmósfera de equilibrio entre lo matérico y lo inmaterial.
Esta obra es un ejemplo del diálogo constante entre abstracción y referencia figurativa en la obra de Pijuan. Aquí, las formas vegetales aparecen despojadas de todo detalle superfluo, reducidas a su esencia más pura. La ausencia de artificios y la sobriedad cromática convierten la imagen en un espacio de silencio y meditación, un rasgo característico de su producción en esta etapa. El uso de fondos monocromos y la síntesis extrema remiten a su particular manera de entender la pintura, donde la experiencia visual se convierte en un acto de introspección.
Joan Hernández Pijuan es una de las figuras clave de la pintura contemporánea española. Su obra transita desde un expresionismo inicial hasta un lenguaje cada vez más depurado, en el que la reducción formal y la exploración del espacio adquieren un protagonismo absoluto. Su formación en La Lonja, la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona y la École des Beaux-Arts de París marcaron sus inicios, pero su verdadero reconocimiento llegaría a partir de los años setenta, cuando su trabajo adquirió una dimensión más conceptual y espiritual.
A lo largo de su trayectoria, Pijuan fue catedrático y decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, así como miembro de la Real Academia de San Fernando de Madrid. Su importancia dentro del arte español se consolidó con premios como el Premio Nacional de Artes Plásticas (1981), la Cruz de Sant Jordi (1985) y el Premio Ciudad de Barcelona (2004).
Su obra ha sido objeto de grandes exposiciones nacionales e internacionales, destacando la retrospectiva en el MACBA de Barcelona en 2003, que posteriormente viajó a Francia, Suecia e Italia. Asimismo, participó en bienales y exposiciones en Zúrich, Milán, Nueva York, París, Ámsterdam, Osaka, Buenos Aires y Johannesburgo, consolidándose como un referente del arte abstracto y conceptual europeo.
Actualmente, su trabajo está representado en las principales colecciones y museos internacionales, entre ellos el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el MACBA, el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y el Museo Patio Herreriano de Valladolid. A nivel internacional, su obra forma parte de instituciones como el Guggenheim de Nueva York, el Museo de Arte Contemporáneo de Helsinki, la National Gallery de Montreal, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el Kulturstiftung de Austria, entre muchos otros.
El actual auge del mercado de Hernández Pijuan se debe a su capacidad de crear obras de gran profundidad emocional a través de una economía de medios, convirtiéndolo en un artista imprescindible dentro del panorama del arte contemporáneo.