MANUEL MOLI (La Portella, Lleida, 1936 - Terrassa, 2016).
“Paisaje”.
Óleo sobre táblex.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 55 x 65 cm; 70 x 78 cm (marco).
Considerado “El Bosco lleidatà” por su proximidad con la enigmática y compleja pintura del artista de Países Bajos, las obras de Manuel Molí se adentra en un mundo onírico y fantasmagórico repleto de personajes inusuales y extravagantes. La carga de significado surrealista y de contenido simbólico de sus obras, sumada a una paleta vibrante de colores vivos, convierten a Molí en un pintor de culto con un estilo único e inconfundible.
Pintor, dibujante y grabador. Su pintura refleja la influencia de antecesores del surrealismo como Brueghel y Goya, caracterizadas por una tenebrosa fantasía que actúa en conjunción con sus figuras, seres fabulosos y escenificaciones paisajísticas; representaciones que son el receptáculo de una imaginación desmedida pero a la vez atrapada en sí misma. En cuanto a las artes plásticas, autodidacta, presentó sus primeras exposiciones de dibujo con tinta en 1959 y 1965 en el Centro Excursionista de Terrassa y posteriormente en diversas salas de Arenys de Mar, Barcelona, Mataró, Sitges y, también, cómo no, en los Amigos de las Artes y Juventudes Musicales de Terrassa, hasta exponer, en 1973, en la Galería Adrià de Barcelona, un espacio de referencia para el arte de los años setenta en Cataluña por su apoyo al despertar de una nueva sensibilidad artística en nuestro país. Con su incorporación al mundo de las grandes galerías, Molí pasó de cultivar exclusivamente el dibujo a elaborar cuadros al óleo que se expusieron durante décadas tanto en ciudades catalanas y españolas como en diversas ciudades de todo el mundo entre las que destacan, por ejemplo, Asunción, Basilea, Estocolmo, Munich, Nueva York, Nuremberg… ya fuera en muestras individuales o en colectivas; y que se pueden contemplar en museos de arte moderno y contemporáneo de Barcelona, Estocolmo, Madrid, Mataró, Nuremberg, Sevilla y Tarragona.