ELISEO MEIFRÈN ROIG (Barcelona, 1857 – 1940).
“Paisaje fluvial”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior.
Medidas: 70 x 40 cm; 92 x 60 cm (marco).
En esta pintura de gran fuerza lírica, Eliseo Meifrén rinde tributo a la naturaleza en su estado más humilde y contemplativo. El formato vertical otorga protagonismo a un árbol solitario y desnudo, enraizado en la ribera de un riachuelo cuyas aguas azules dialogan con el azul del cielo. La obra inmortaliza el momento fugaz del ocaso con un tratamiento pictórico que equilibra el realismo con la sensibilidad poética, invitando a la introspección. Su estilo tiene ecos del impresionismo, especialmente en la forma en que capta las transiciones de luz y las texturas del paisaje. La paleta de colores refleja un cambio de estación, con tonos otoñales en el campo y malvas del atardecer que añadez un matiz emocional.
Discípulo de Antonio Caba en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, tras finalizar sus estudios pasa un tiempo en París, donde coincide con el inicio público del impresionismo y conoce la pintura a “plen air”. Regresa en 1879 a Barcelona y, ese mismo año, obtiene la medalla de oro en la Exposición Regional de Valencia. Al año siguiente debuta individualmente en la sala Parés de Barcelona, donde seguirá exponiendo con regularidad desde entonces. Formó parte del grupo de los modernistas, y frecuentó Els Quatre Gats. Aunque también se dedicó al retrato, Meifrèn fue eminentemente paisajista y marinista. Fue uno de los descubridores de las posibilidades pictóricas de Cadaqués, y también solía pintar los paisajes mallorquines (fue director de la Escuela de Bellas Artes de Palma). Realizó diversos viajes en busca de nuevos paisajes, sobre todo a Francia pero también a Canarias, Bélgica, Italia y Estados Unidos. Realizó exposiciones en Barcelona, Madrid (1881), Chicago (1893), París (1899), Bruselas (1910), Santiago de Chile (1910), Buenos Aires (1910), Ámsterdam (1912) y San Francisco (1915), entre otras muchas ciudades de todo el mundo. Su estilo partió del realismo detallista que dominaba a finales del XIX en la escuela catalana, para ir poco a poco evolucionando hacia el impresionismo, un lenguaje que no será del todo evidente en su obra hasta sus últimos años. A lo largo de su carrera obtuvo multitud de premios, entre los que destacan las primeras medallas en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid (1906) y en la de Barcelona (1896), el premio Nonell de la ciudad condal (1935), la medalla de bronce en la Exposición Universal de París (1888) y los grandes premios de las Exposiciones Internacionales de Buenos Aires (1910) y San Diego (1916). En 1952, el Ayuntamiento de Barcelona le dedicó una muestra retrospectiva, celebrada en el Palacio de la Virreina. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el MACBA de Barcelona y el Thyssen-Bornemisza, entre muchos otros.