Escuela mallorquina; c. 1866.
“Bodegón”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en la zona inferior izquierda.
Medidas: 101 x 154 cm.
En este lienzo el autor nos ofrece un bodegón de frutos de gran exuberancia, engalanado además con la presencia de un animal vivo, un perrito que se sitúa en primer plano. Se trata de un bodegón donde el dibujo prima sobre el resto de los aspectos pictóricos, si bien cobran también importancia la descripción de las calidades y el juego de luces y sombras, claves de la tradición del bodegón barroco español. Los elementos que componen la escena se sitúan sobre una mesa colocada en paralelo al margen inferior del cuadro, cuyo perímetro moldurado destaca por los efectos de luz y por el juego de la tela del mantel que cubre solo parte de la superficie. Sobre ella vemos una langosta, símbolo de exuberancia, peras, una jarra de cobre y un gran jarrón pintado que domina el centro de la escena.
La escuela mallorquina de naturalezas muertas evidencia una fuerte influencia de la valenciana, si bien contó con personalidad propia y debió gozar de una cierta importancia, dada la cantidad de obras que han llegado hasta nuestros días. Se desarrolló principalmente desde finales del siglo XVII y durante el XVIII, a partir de la aparición de la figura de Guillermo Mesquida (1625-1747), que elevará el nivel de la pintura mallorquina. Fue el pintor más famoso del barroco balear y dominador absoluto del panorama artístico entre finales del XVII y la primera mitad del XVIII. Fue un excelente pintor de naturalezas muertas, si bien no conservamos hoy en día ni una sola de ellas que podamos atribuirle con absoluta certeza. Sus biógrafos indican que fue discípulo en Roma del italiano Carlos Marata, pintor que tuvo gran influencia en el desarrollo de la naturaleza muerta, ya que colaboró con numerosos especialistas de este género. Mesquida representó en sus obras frutas, animales y flores, y fundó en Mallorca un taller en el que se harían numerosas obras, algunas de las cuales aún se conservan hoy en día. Su estilo se habría caracterizado por una gran riqueza cromática y una clara ostentosidad y abundancia en los elementos frutales y florales, rasgos que heredarían sus seguidores de la escuela mallorquina, tal y como se aprecia en este lienzo. Gracias a la influencia de Mesquida, los pintores mallorquines de naturalezas muertas recogen elementos italianos, especialmente napolitanos y romanos, siempre conjugados con la influencia de la escuela valenciana.