FRANCISCO MASRIERA Y MANOVENS (Barcelona, 1842-1902).
"Dama". 1880.
Óleo sobre tela.
Firmado y fechado en la parte central izquierda.
Marco dorado con algunas faltas.
Medidas: 33 x 21 cm.; 43 x 31,5 cm. (marco).
Masriera, uno de los más grandes retratistas catalanes de su tiempo, siempre puso especial interés en la figura femenina. Aquí, una joven tocada con sombrero de fieltro adornado con plumas, parece querer esconder su rostro tras la nube esponjosa que forma la estola de piel arrebujada entre sus manos. Entallada su silueta en un vestido de terciopelo color burdeos, sus curvas gráciles se recortan frente a un fondo gris. Sus pies desaparecen bajo un manto de flores blancas y casi parece flotar, lo que le otorga una esencia eterea y carnal al mismo tiempo.
Pintor, escritor y orfebre español, comenzó su formación en el taller de joyería de su padre José María Masriera y en el de José Serra y Porson. Siempre preocupado por mejorar y abordar nuevos horizontes, refinó su técnica tras viajar a Ginebra donde aprendió el procedimiento del esmalte, el cual será una de las principales señas de identidad de sus diseños de orfebrería. En cuanto a su faceta de pintor, hay constancia de que viajó a París por primera vez en 1865, donde acudió al taller de Cabanel. En repetidas ocasiones visitó la capital francesa, epicentro de la modernidad artística de la época, donde adquirió de primera mano la pincelada rápida, la luminosidad y el vivo cromatismo de los primeros impresionistas, rasgos apreciables en esta magnífica pintura. Como también observamos en la obra que aquí se presenta, Masriera tuvo la habilidad de compaginar el frescor de las nuevas tendencias plásticas incipientes en el París del momento, con la larga tradición neoclásica marcada por la Academia: una esmerada dedicación al dibujo, el cuidado de la composición y el estudio riguroso de los antiguos maestros. De hecho, existe constancia de que en el Louvre se dedicó a la copia de las principales obras para adquirir la maestría de los clásicos.En París, además, participó en las Exposiciones Universales de 1867, 1878 y 1889. También hay constancia de sus viajes a Roma, ciudad en la que comenzó a realizar lienzos de temática orientalista. Como escritor y articulista destacó su colaboración en la revista El Recuerdo. En España, obtuvo la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1878 por la obra titulada La esclava, y también exhibió sus obras en la Galería Bosch de Madrid en 1882 y en la Sala Parés de Barcelona en 1889. Como observamos en esta exquisita pintura, la técnica de Masriera se caracteriza por la perfección del dibujo, la cuidada composición y un colorido lleno de fuerza y luminosidad, que se manifiesta sobre todo en los tornasolados de las telas. Destacó por su preciosismo lleno de fantasía, así como por la frescura de sus colores.