Atribuido a BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 – 1682) y Taller.
“Dolorosa”.
Óleo sobre lienzo.
Adjunta informe de Don Enrique Valdivieso.
Medidas: 104 x 81 x 2 cm.
Siguiendo las palabras de Don Enrique Valdivieso respecto a esta pintura “Representa una Dolorosa, cuyas características de estilo pueden clasificarse claramente como pertenecientes a la Escuela Sevillana de la segunda mitad del siglo XVII y al mismo tiempo como obra vinculada a la producción de Murillo.
En este caso hay que precisar que Murillo debió de realizar un prototipo original de esta Dolorosa, aunque como otras muchas obras de este artista no ha llegado hasta nuestros días o se encuentra en paradero desconocido. Dicho original debió de suscitar la atención de la clientela sevillana, devota de este tipo de temas y por lo tanto, debieron ser varias las veces en que algunos clientes se dirigieron al artista para realizar repeticiones de esta obra.
Esta pintura de la que informamos debe de ser, por lo tanto, una de las repeticiones o replicas que se solicitaron de Murillo, las cuales eran muy frecuentes que las realizase con la ayuda de su taller, lo que antiguamente se llama su obrador. En este lienzo se aprecia que Murillo ha repetido el original que en su día concibió y al mismo tiempo autorizado a los miembros de su taller a intervenir en ella por lo que la catalogación de esta Dolorosa ha de realizarse como obra de Murillo con la colaboración y participación de su taller.
En otras ocasiones, eran los oficiales y ayudantes de este artista los que siguiendo modelos del maestro realizaban las réplicas por entero, pero este no es el caso de la Dolorosa de la que informamos. A este aspecto adjuntamos una Dolorosa idéntica que pertenece a una colección privada de Madrid que es claramente una realización del taller de Murillo, por lo que su calidad es inferior a la que catalogamos en este informe.
Destaca en esta obra la disposición de la figura de la virgen como dolorosa en un modelo en el que se le ha captado en tres partes de su cuerpo y se le representa con expresión doliente pero serena y recogida anímicamente. Muestra las manos cruzadas sobre el pecho mientras contempla el cuerpo de Cristo en la representación del Ecce Homo pintura que siempre acompañaba en otro lienzo a estas dolorosas. El original de dicho Ecce Homo tampoco es conocido en nuestros días.
Envuelta en la penumbra destaca la belleza de la figura de la virgen un tanto mortificada por el dolor que siente en la patética contemplación del cuerpo de su hijo. El suave dramatismo del que está imbuida esta figura se refuerza con la armoniosa contraposición de los tonos rojos azules que corresponde a su túnica y a su manto.”