Círculo de JUAN DE ARELLANO (Santorcaz, Madrid, 1614 – Madrid, 1676)
“El sentido del olfato”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 99 x 89 cm; 117 x 106 cm (marco).
Una joven en primer plano dirige su mirada al espectador mientras huele una pequeña flor. Con su mano derecha sostiene un gran ramo que armoniza con el arreglo floral situado a su izquierda. La escena es observada por un perro, que introduce otro relato, de carácter religioso, que se desarrolla en el segundo plano.Estéticamente, la obra presenta un modelo muy similar a una pintura titulada Alegoría del Olfato, perteneciente a la colección de la Fundación María Cristina Masaveu Paterson. Esta obra, atribuida al círculo de Arellano, forma parte de una serie dedicada a los cinco sentidos. Entre dichas pinturas destaca la alegoría del olfato, que presenta una composición similar a la de la presente pintura.En la zona trasera de ambas obras se puede apreciar el pasaje bíblico en el que Adán recibe el soplo de vida de Dios. Sin embargo, en esta pintura, la composición se reduce al personaje principal, omitiendo el momento en el que María Magdalena lava los pies a Cristo, que sí aparece en la obra de la Fundación Masaveu.Las pinturas alegóricas surgieron en la Edad Media con la intención de exaltar cualidades o situaciones de la vida. Este tipo de retratos era utilizado para destacar las virtudes de personajes específicos, como reyes o figuras reconocidas. No obstante, en este caso concreto no se representa a un personaje célebre. El pintor ha optado por reflejar el concepto original del uso de la alegoría en el arte pictórico.
Juan de Arellano fue un artista que alcanzó un gran reconocimiento artístico, en gran medida por su virtuosismo en los cuadros de flores. En un primer momento se dedicó a la pintura de temática religiosa pero pronto abandono este género para dedicarse a la pintura de flores. El museo del Prado inscribe sus obras dentro de la tradición de Juan van der Hamen continuada por su alumno Antonio Ponce, de forma más formal y rígida, transmutada en una dirección de mayor complicación barroca. Sus primeras influencias las recibió de los ejemplos flamencos, especialmente de Daniel Seghers, gracias a lo cual supo dotar a sus obras de una técnica meticulosa y preciosista que siempre conservó. Además, copió abundantemente los trabajos del romano Mario Nuzzi, conocido como Mario dei Fiori, uno de los mejores definidores del género y muy conocido en España. De él tomó una formulación más movida en los trazos que le llevó en la dirección profusa y exuberante ya comentada. En su taller, además de las pinturas de flores, tenían cabida otros géneros como bodegones, retratos, paisajes, temas alegóricos y religiosos. Se tiene noticia de su colaboración con otros artistas que realizaban las figuras que Arellano rodeaba con sus composiciones florales, como es el caso de Francisco Camilo y Mateo Cerezo. Entre sus discípulos se encuentra su hijo José, que repitió los modelos de su padre con una técnica menos depurada que acusó cierta sequedad y un cromatismo más apagado. Hoy en día su obra se encuentra en diversas colecciones particulares y en importantes centros de interés artísticos como por ejemplo el Museo del Prado.