Escuela andaluza; siglo XVIII.
“Niño Jesús con los atributos de la pasión”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 24 x 19 cm.
En esta pintura se representa a Jesús como un niño inocente portando entre sus manos la cruz de su futuro martirio y luciendo una túnica purpura, en alusión al Calvario mensaje cristiano y a los conceptos de paz y pureza. El arte cristiano se deleitó a lo largo de su historia, y especialmente en la Edad Moderna, proyectando sobre la infancia inocente de Jesús junto a la representación de la cruz. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al cual estaba predestinado, fue concebido para conmover los corazones. Esta idea era ya familiar a los teólogos de la Edad Media, pero los artistas de entonces la expresaban discretamente, ya mediante la expresión preocupada de la Virgen, ya a través del racimo de uvas que el Niño estruja en sus manos. Será sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde ese presentimiento fúnebre de la Pasión se exprese por medio de alusiones transparentes. Zurbarán muestra al Niño Jesús pinchándose con el dedo al trenzar una corona de espinas. Murillo, al pequeño San Juan Bautista que le muestra su cruz de cañas. Finalmente, el tema encuentra su expresión más conmovedora en el tema del Niño Jesús Dormido sobre una cruz. Aquí no se presenta a Jesús como un bebé sino que es un niño ya algo mayor, que nos mira directamente, plenamente consciente de su destino, y de hecho portándolo voluntariamente, como una carga que acepta en favor de la humanidad.
Dada la importancia otorgada a la imagen religiosa en el mundo hispánico, durante los siglos XVII y XVIII se crearon ambiciosas series pictóricas y amplios programas iconográficos para iglesias y conventos, además de estampas impresas, medallas y relicarios destinados a la devoción privada. En su conjunto, sin importar su dimensión o soporte, estas imágenes cumplían con el objetivo de sacralizar la vida cotidiana más allá de los altares.