Escuela española; siglo XVIII.
“Virgen con el Niño”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 99 x 75 cm.
En este lienzo el autor representa una escena muy repetida en la Historia del Arte especialmente desde el Renacimiento: la Virgen con el Niño Jesús en brazos. Se trató de un tema ampliamente tratado en el durante el renacimiento y el barroco, dado que a través de él se hacía hincapié en el aspecto humano de Cristo, en la inocencia y felicidad de su infancia, en contraposición dramática con su destino de sacrificio. Así, el Salvador aparece representados como un niño de delicada belleza y suaves anatomías, protegido por la figura maternal de María, cuyo rostro muestra, en su seriedad, el conocimiento del amargo destino de su hijo.
Desde finales de la edad media los artistas insistieron en representar, de forma cada vez más intensa, el vínculo de afecto que unió a Cristo con su Madre y la estrecha relación entre ambos, esto se incentivó en el Renacimiento y, naturalmente, en época barroca, cuando la exacerbación de las emociones caracteriza a buena parte de la producción artística. El tema de la Virgen representada con el Niño Jesús, y más concretamente con éste en su regazo, sentado o de pie, tiene su origen en las religiones orientales de la Antigüedad, en imágenes como la de Isis con su hijo Horus, pero la referencia más directa es la de la Virgen como “Sedes Sapientiae”, o trono de Dios, en el arte cristiano medieval. Poco a poco, con el avance del naturalismo, la Virgen pasará de ser un simple “trono” del Niño a revelar una relación de afecto, a partir del periodo gótico. Desde entonces las figuras irán adquiriendo movimiento, acercándose la una a la otra, y finalmente desaparecerá el concepto de trono y con él el papel secundario de la Virgen. De este modo, la imagen se convertirá en ejemplo del amor entre María y su Hijo, una imagen de ternura, cercana, pensada para conmover el ánimo del fiel.