Escuela cubana; circa 1790.
“Retrato de Francisco de Paula Gelabert y Albiñana Orihuela”.
Óleo sobre lienzo.
Presenta leves restauraciones en la superficie pictórica.
Presenta desperfectos y faltas en el marco.
Medidas: 105 x 75 cm; 121 x 91 cm (marco).
Este retrato cubano de Francisco de Paula Gelabert es una obra excepcional, tanto por la escasez de pintura cubana anterior a 1800 que ha llegado hasta nosotros, como por su relevancia histórica. Su uniforme, que puede relacionarse con los modelos pintados durante la década bajo el reinado de Carlos IV, refleja la influencia española en el ámbito militar y estético de la época. Comparado con los trabajos de artistas como Juan del Río y Vicente Escobar, este retrato destaca no solo por su rareza, sino también por su precisión en la representación del atuendo y su conexión con los planos de la Real Armada de La Habana. Estas cualidades lo convierten en un testimonio valioso de la tradición pictórica y los vínculos culturales entre Cuba y España durante el período colonial.
En este retrato vemos a un hombre joven, reconocido por la nota que posee en una de sus manos como el coronel de ingenieros y jefe de la Capitanía general de Cuba Francisco de Paula Gelabert y Albiñana Orihuela (Alicante, 1752 – La Habana, 1805). Este se muestra engalanado con uniforme de oficial. El modelo aparece de medio cuerpo, junto a una mesa en la que descansan su gorro y varios planos, en alusión a su trabajo como ingeniero, que interviene con un compás mientras que con la otra mano sostiene su espada en representación de sus victorias militares. Tras él, el escenario se abre a paisaje en el lado izquierdo, mientras queda cerrado en el derecho por un gran cortinaje rojo, habitual en este tipo de retratos oficiales. El protagonista mira directamente al espectador con expresión tranquila, esbozando una tenue sonrisa.
Francisco de Paula Gelabert tuvo un papel significativo en el conocimiento y la difusión de la cultura cubana del siglo XIX. Su colaboración teórica en la colección de artículos "Tipos y Costumbres de la Isla de Cuba", publicada en 1881, aportó una visión detallada y rigurosa sobre las tradiciones, modos de vida y prácticas sociales de la isla. En dicha publicación también participó Víctor Patricio Landaluze como ilustrador. A través de sus escritos, Gelabert no solo documentó aspectos esenciales de la cotidianidad cubana, sino que también contribuyó a la preservación de un rico patrimonio cultural. Su labor como cronista e investigador refleja un compromiso con el entendimiento profundo de la diversidad y singularidad de la sociedad cubana, convirtiendo su obra en una referencia invaluable para estudios históricos y antropológicos.
Formalmente destaca el trabajo del rostro, que refleja con naturalismo los rasgos pero, especialmente, su expresión, ahondando en la personalidad del hombre, yendo más allá de la simple descripción física u oficial.