Escuela italiana; segundo tercio del siglo XVIII.
“Retrato de dama”.
Óleo sobre lienzo.
Conserva tela original.
Posee marco de época.
Medidas: 85 x 69 cm; 100 x 83 cm (marco).
Óleo sobre lienzo, en el cual se representa el busto de una mujer, siguiendo la tradición clásica de la retratística. La dama protagonista del cuadro muestra todas las evidencias de pertenecer a la alta nobleza; la maestría de la ejecución y el detallismo nos permiten apreciar elementos secundarios como los atributos que porta la mujer los cuales indican una alta posición social. Así, luce un atuendo acorde a la moda femenina de del siglo XVIII. Definidos por el ceñido corpiño, además de las ampulosas mangas francesas. El autor ha focalizado la luz en el rostro de la mujer, utilizando recursos como el fondo neutro y la oscuridad de este, sobre los que destaca la piel nacarada de la dama. Su piel queda casi desprovista de adorno. La mujer se encuentra de frente al espectador, al que mira directamente con gesto serio de tal modo que establece una distancia con el espectador a quien no convierte en cómplice de la escena ya que trasmite todos su poder y magnificencia.
En el siglo XVIII, el panorama del retrato europeo es variado y amplio, con numerosas influencias y determinado en gran parte por el gusto tanto de la clientela como del propio pintor. Sin embargo, en esta centuria nace un nuevo concepto del retrato, que irá evolucionando a lo largo del siglo y que unificará a todas las escuelas nacionales: la voluntad de plasmar la personalidad del ser humano y su carácter, más allá de su realidad externa y su rango social, en su efigie. Durante la centuria anterior el retrato se había consolidado entre las clases altas, no estando ya únicamente reservado a la corte. Por ello las fórmulas del género, según avance el siglo XVII y más aún en el XVIII, se irán relajando y alejándose de las ostentosas y simbólicas representaciones oficiales propias del aparato barroco. Por otro lado, el siglo XVIII reaccionará contra la rígida etiqueta del siglo anterior con una concepción de la vida más humana e individual, y esto se reflejará en todos los ámbitos, desde el mueble que se hace más pequeño y cómodo, sustituyendo a los grandes muebles dorados y tallados, hasta el mismo retrato, que llegará a prescindir, como aquí vemos, de todo elemento escenográfico para plasmar al individuo en lugar de al personaje