Escuela flamenca; siglo XVII.
“Jefté siendo recibido por su hija”.
Óleo sobre cobre.
Medidas: 70 x 87,5 cm; 78 x 96 cm (marco).
En esta obra se narra la historia de Jefté y su hija, La cual se encuentra recogida en el Libro de los Jueces, capítulos 11-12. Los israelitas "volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor... abandonaron al Señor y no le sirvieron. Así que la ira del Señor se encendió contra Israel, y los vendió en manos de los filisteos y en la mano de los amonitas... ". Fue entonces cuando los ancianos de Galaad le pidieron a Jefté que fuese su líder en la campaña contra los amonitas, pero él esperaba una posición más permanente, y los ancianos acordaron que, Si Jefté lograba derrotar a Ammón, sería su jefe permanente. En nombre de Israel en su conjunto y confiando en el poder de Dios, Jefté desafío los amonitas y realizó un juramento:"... y lo que sea, que salga por las puertas de mi casa para recibirme cuando yo regrese en paz de los amonitas será del señor, y lo ofreceré”
En este caso concreto esta imagen muestra el momento exacto en el cual la joven, junto a otras damas recibe a su padre, que llega con un gran cortejo. Es interesante mencionar la composición de la obra que permite una fácil lectura del tema principal. En primer lugar, el autor ha estructurado dos planos, situando a la derecha a los hombres que vienen de la guerra y a la izquierda al conjunto de mujeres.
La escuela flamenca se caracterizó por la gran influencia de los primitivos flamencos, que pervivió en durante mucho tiempo, debido en gran parte a los lazos políticos y culturales entre ambos países. La pintura flamenca era, en el siglo XV, la más avanzada de Europa, e influyó en todas las escuelas nacionales, incluyendo a la italiana. Se consideraba un arte de enorme refinamiento, con obras realizadas y tratadas como joyas. También se debía esta consideración a los riquísimos materiales empleados en su ejecución, así como los montajes de las tablas que, como aquí vemos, eran de una gran riqueza. Los rasgos de la escuela flamenca son cercanos a los de la pintura flamenca, empezando por la máxima preocupación de los pintores de Flandes, la búsqueda de la realidad por encima de todo. En relación con este anhelo, se presta una enorme atención a las calidades de los objetos, así como a los más mínimos detalles, dotados además frecuentemente de una carga simbólica. La iconografía sigue siendo principalmente religiosa, y en las escenas predominará un dibujo correcto y preciso, muy minucioso. Del mismo modo, tratan de plasmar una iluminación lo más verídica posible, ya sea artificial o natural, siempre modelando las carnaciones y produciendo claroscuros en mayor o menor grado.